Innovación docente: una reflexión

21/05/12, 17:32

La puesta en marcha del EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) y el plan Bolonia han sido un largo proceso de encuentros y desencuentros, de bombardeo normativo, de confusión, en ocasiones; también nos ha permitido hacer una reflexión sobre nuestro trabajo y empeño docentes. El camino es largo, a veces tortuoso, pero está lleno de afortunados encuentros y aviva la motivación, el entusiasmo y la dedicación. En los tiempos que corren de crisis económica, de desatinos, de elevado ruido de fondo,  no se debe perder la referencia de lo que la educación, en general, y la educación universitaria, en particular, significan para el desarrollo de los pueblos y el cultivo de la condición humana.

Los profesores tenemos que dedicar esfuerzo y pasión a este trabajo que la sociedad nos ha encomendado. Los estudiantes requieren atención y estímulo. Nuestros recursos son la dedicación, el estudio, la creatividad, la investigación, la experiencia…

Innovar no es jugar con los últimos dispositivos que la tecnología pone a nuestro alcance: aunque el empleo de recursos tecnológicos es una ayuda de gran valor (pero no un fin en sí mismo). Innovar tampoco es espectáculo ni grandilocuencia. Innovar en este campo es lograr llegar a los estudiantes para hacerles cómplices de una tarea de esfuerzo en el estudio y en la búsqueda del conocimiento para mejorar las condiciones de la humanidad; innovar es buscar los caminos que faciliten a los estudiantes la adquisición y fortalecimiento de criterios intelectuales honestos que sirvan al bien común y no a la creación de élites excluyentes y aprovechadas, sin escrúpulos ni límites en sus desmesuras; innovar es buscar, encontrar, analizar escenarios que nos ayuden a la reflexión y al estudio profundo. Para ello tenemos que trabajar desde los contenidos y los conocimientos, desde las aportaciones  relevantes.