El Grito de Lares y el sistema cultural puertorriqueño

23/09/14, 12:01

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“¿Y qué? ¿Hemos de negar acaso nuestra tierra adorable, cielo luminoso, compañeras encantadoras, costumbres cariñosas, lengua criolla, cantos populares, melancólicos reflejos de aspiración a libertad, nuestra historia brillante? ¿Todo lo que constituye la Patria?”

-Ramón Emeterio Betances

 

Es una verdad innegable que Manuel Rojas, uno de los líderes de la rebelión de Lares, nació en Venezuela de padre puertorriqueño y de madre venezolana.  Aún así, ¿es esto motivo para cuestionar cuán puertorriqueño fue uno de los principales líderes del Grito de Lares como si un trasfondo adicional al puertorriqueño le restase credibilidad?  Los estudios en torno a la conformación de los pueblos pueden llegar a ser tan complejos que reducir el tema de la identidad a una cuestión geográfica les restaría el rigor sistemático que éstos demandan; Tomemos de ejemplo algunos personajes históricos importantes.  ¿Es que acaso fue necesario para Pelayo, líder de la revuelta cristiana contra los musulmanes invadir la península ibérica, sentirse español en el momento que decidió rebelarse contra éstos en el 722?  ¿En qué momento de la historia fue que George Washington pasó de ser un criollo británico en de las Trece Colonias a ser un estadounidense de los Estados Unidos?  ¿Realmente fue este el factor que le movió para rebelarse contra la Corona Británica?  En fin, múltiples pueden ser las razones por las cuales se lleva a cabo una revolución, y dentro de esos motivos puede o no puede que esté incluido el tema de la cultura y la identidad. Prueba de esto la podemos encontrar en los Diez Mandamientos de los Hombres Libres del Dr. Betances, en los que reclama mayores libertades y derechos, y que curiosamente pone a los puertorriqueños, por la propia opinión de los españoles y los isleños como españoles, como malos españoles y como puertorriqueños.  No obstante, el hecho de que la identidad no haya estado entre las razones de peso que justificaron Los Diez Mandamientos ni en el Grito no tiene nada que ver con que en esa época teníamos o no teníamos identidad.

Para profundizar más en el tema de la identidad, tomemos como ejemplo el caso del obispo puertorriqueño Juan Alejo de Arizmendi, que nació en San Juan -aunque sabemos que tiene apellido vasco- y se formó en Venezuela.  Fue el único obispo puertorriqueño que tuvimos en todo el periodo español porque tras su obispado, el gobierno español le negó el acceso a insulares a un puesto eclesiástico tan alto. ¿Por qué había que asumir esa actitud si tenía ascendencia vasca, tal y como claramente se aprecia en su apellido? Sencillo, porque se consideraba y era considerado como puertorriqueño, no como vasco, y con una identidad subjetiva aparte.  Prueba de ello la encontramos en la bendición que le echó a los soldados que fueron a La Española a combatir los haitianos en la que hace una distinción entre los puertorriqueños y los españoles y llamó Puerto Rico como patria suya. Por eso a Arizmendi, junto a Power y Giralt, se les consideran en la historiografía puertorriqueña como los primeros en defender la identidad puertorriqueña, aunque no necesariamente esto implique que ambos querían la independencia de la isla. Sin embargo, y como dijimos antes, al poder colonial no le interesó que los criollos asumieran puestos de poder porque los veían como personas diferentes a los peninsulares, además de que se quería evitar  en Puerto Rico el inicio de una revolución igualita a las que estaban ocurriendo por toda la América Hispana. Manuel Rojas no era un “puro” puertorriqueño, sino que tenía ascendencia venezolana con ideas liberales y por consiguiente era diferente, con ideas diferentes a los peninsulares y agendas diferentes a la de los peninsulares, por tanto no era peninsular.

Manuel Rojas fue hijo de su época, y evidentemente tuvo una exposición en Venezuela que no tuvieron muchos puertorriqueños, al igual que Betances, con el que sucede lo mismo. Padre dominicano y madre caborrojeña, pero con ascendencia francesa; sus respectivas formaciones liberales y exposiciones culturales “ajenas” a la puertorriqueña y a la española, no debe volverse una razón para que quede deslegitimada toda la insurrección de Lares ante lo “diferente” que eran a los puertorriqueños isleños, sino como un factor que explica su trasfondo socio-cultural.

Los puertorriqueños no se sintieron identificados con el movimiento de Lares por razones que van más allá de puritanismos étnicos que no tienen nada que ver con la pureza de sangre, puesto que somos un pueblo mestizo, ni mucho menos porque nuestra sistema cultural y nacional no estaba conformado.  El tema es que el Grito de Lares no tuvo el alcance que sus líderes quisieron que tuviera, demandas de más libertad, más derechos y la abolición de la esclavitud, aspectos que no se relacionan directamente con la cultura, pero que tampoco no la anula.  Si no, no tendría sentido el hecho de que Luis Laret y Alcazar, a finales del siglo XVIII, haya pintado al “gíbaro” puertorriqueño, Louis Moreau Gottschalk se haya inspirado en los aguinaldos puertorriqueños para componer “Souvenir de Porto Rico”, el poema del español, Manuel de Palacios sobre Puerto Rico y más tarde Manuel Alonso haya escrito “El Gíbaro” por mencionar algunos ejemplos.

Aún con el fracaso de Lares, el malestar fue real y siguió presente en todos los sentidos, el social, político y económico, lo que desembocó en el desarrollo del movimiento autonomista, ante lo insatisfecha que se encontraba la clase política, la pequeña burguesía isleña y el pueblo puertorriqueño, pues bastante abundante es la documentación con respecto al tema.  Hubo políticos, incluso, dentro del autonomismo, como Baldorioty de Castro, que en principio defendía una autonomía que desembocase en la independencia, pero que luego tuvo que abandonar -porque no era posible dentro de la tradición política española-, mientras que otros solo aspiraban a la mayor autonomía posible, lo cual nos demuestra lo heterogéneo que fue el movimiento y porqué fue tan perseguido por el gobierno colonial.  Como hemos anticipado ya, el independentismo, manifestado en la rebelión de Lares, y el autonomismo, fueron sólo síntomas adicionales de la insatisfacción que se vivía en la isla ya desde comienzos del siglo XIX.  Puerto Rico alcanzó un trato igualitario con las Cortes de Cádiz al declararse la isla en una provincia más de España antes los reclamos de mejores condiciones de vida para la isla por parte de Ramón Power y Giralt en las Cortes; no obstante, tal estatuto jurídico quedó sin efecto con el regreso al trono de Fernando VII.  La condición política tampoco mejoró mucho con la Constitución española de 1876.  Tuvimos que esperar hasta el 1897 para que nuestra situación política mejorase para que todo se echara a perder un año después con la invasión estadounidense.

El Grito de Lares no fue exitoso porque no había propuesta económica ni una clase burguesa local que lo sostuviera.  Es natural que personas como Manuel Rojas y Betances, que tuvieron otra formación y perspectivas, tomaran las riendas.  Pero esto no fue suficiente para que el Grito desembocase al éxito tal y como ocurrió en Yara, pues, a diferencia de lo que pasaba en Cuba, que si gozaba de una burguesía mucho más fuerte.

En conclusión, podríamos considerar con mucha cautela que el Grito de Lares es un producto socio-cultural puertorriqueño, teniendo en cuenta todas las cuestiones en torno a una propuesta de esta clase, pero no a la inversa.  La cultura puertorriqueña no necesariamente fue el producto último del Grito de Lares, aunque sí fue y sigue siendo un acontecimiento importante dentro de nuestra cultura.  El Grito de Lares debe ser visto más como un choque de visiones entre los discursos dominantes en contra de los discursos liberales.  Sin embargo esto no fue suficiente para los puertorriqueños, pues todos sabemos el desenlace de la insurrección.

Una cosa eran las élites criollas y la gente culta y otra cosa era el pueblo, el jíbaro. Era lo que Manuel Zeno Gandía denominaba en la Charca como “un país dentro de otro país”, porque los jíbaros no se sentían totalmente identificados ni con San Juan ni con la poca clase criolla que existía. Por eso el Grito de Lares fue un acto fallido, pero que para nada anula el sistema cultural puertorriqueño.

 

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Ramón Emeterio Betances

 

Referencias:

 

*Pido disculpas por la falta de referencias al hacer esta entrada al blog, puesto que el acceso a las mismas no fue posible.  Sin embargo, recomiendo leer los siguientes artículos, aunque no necesariamente hayan sido escritos por historiadores:

 

González,J.L., El país de cuatro pisos y otros ensayos. Río Piedras, Ediciones Huracán, 1989.

Álvarez Curbelo, S., ”Despedida”, en Revista de Indias, 1997, vol, LVH, núm. 211.

Castro Arroyo, M.A.,  ”¿A qué pelear si los de Madrid no nos quieren?  Una versión criolla de la Guerra del 98 en Puerto Rico”, en Revista de Indias, 1997, vol. LVII, núm. 211.

 

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