Hoy en Expansión:
España dará 7.000 millones de euros para luchar contra el cambio climático
Acuerdo en la UE en favor de la lucha contra el cambio climático: los Veintisiete donarán 100.000 millones de euros, cantidad que necesitan los países más pobres del planeta para combatir este fenómeno.
Lo peor de esta frase (y del resto de la noticia) no son sus imprecisiones, sino lo acostumbrados que estamos a ellas. Es posible que España done 7.000 millones de euros (y la UE en conjunto 100.000 millones) para que países subdesarrollados luchen contra las consecuencias del cambio climático, pero lo cierto es que no sabemos muy bien cómo luchar contra el problema mismo. De hecho, por extraño que suene en el momento actual (noviembre de 2009, a un mes de la esperada Conferencia de Copenhague), ni siquiera existe un consenso científico satisfactorio acerca de cómo la reducción de emisiones de CO2 puede reducir el problema del cambio climático (incluso aun cuando el aumento de las emisiones de CO2 sí haya contribuido al problema del cambio climático).
Así es. El Informe de Síntesis 4 del IPCC destaca la existencia de evidencias de diferente nivel acerca de la existencia de un cambio climático y de su actividad con la actividad humana, así como del coste asumible de reducir las emisiones de CO2 y de la posibilidad de modelos de desarrollo sostenible alternativos al actual, pero cuando se sigue con detalle la cadena de causalidad se echa de menos un eslabón esencial: la demostración (o el consenso, por peligroso que suene en el terreno científico) de que al reducir las emisiones de CO2 el resultado será un retorno a nuestro predecible clima. La reducción de las emisiones tiene obviamente un atractivo al que resulta fácil atraer voluntades: si se reducen las causas se reducirán las consecuenias. Pero debe recordarse que, en no pocas situaciones, la forma más racional de actuación que encontramos los seres humanos ante problemas de causalidad difusa es actuar directamente sobre las consecuencias.
En estas circunstancias, las consecuencias realmente predecibles de lograr mayores compromisos de reducción de emisiones de CO2 son fundamentalmente tres: el mayor gasto público en subvenciones a energías alternativas menos rentables (a corto plazo), el incremento en el uso de la energía nuclear (cuestión de tiempo) y la imposición de aranceles para compensar el dumping ecológico que los países desarrollados encontrarán justificado aplicar (a medio plazo) sobre la importación de mercancías producidas en países que no limiten sus emisiones (entre ellos… ¿China?).
Y ciertamente, los 7.000 millones donados por España podrían en definitiva no luchar contra el cambio climático.
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