Durante dos tardes muy intensas tuvimos el placer de contar con Alejandro del Mazo en clase, que nos estuvo enseñando que no hay excusa válida para no realizar experiencias o prácticas en la educación secundaria. Si clase no va al laboratorio el laboratorio va a la clase. Experimento tras experimento repaso prácticamente todo el currículo de física que se presta a este tipo de experiencias: ondas, cinemática, dinámica, óptica, electromagnetismo…
A destacar personalmente los experimentos de electrostática y de óptica, en particular de este último la “magia” de las bolas de sílica gel, que al tener el mismo coeficiente de refracción que al agua se vuelven invisibles cuando se sumergen en esta. Experimentos muy sencillos de llevar a clase y muy visuales, que hacen que nuestros alumnos tengan un aprendizaje mucho más significativo y vean el reflejo de lo que Alejandro llamaba “el mundo de la pizarra” se aplica también al mundo real.
También experimentos más complejos como la levitación de bolas de poliespan mediante ondas sonoras para completar unas sesiones fantásticas de las que nos llevamos una cantidad de experiencias enorme para aplicar en nuestra carrera docente
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