Adicciones: la influencia de los videojuegos y el auge de las apuestas en los menores de edad españoles

8/05/20, 6:39

Hoy día los niños disponen de una amplia gama de posibilidades para acceder a Internet, pero realmente no conocen los problemas que acarrea. Las nuevas tecnologías han traído consigo una serie de adicciones derivadas de su uso, como puede ser la adicción a los videojuegos y a las apuestas. La Organización Mundial de la Salud catalogó como adicciones a ambas prácticas; la adicción al videojuego en mayo de 2019 y en el caso del juego de azar desde 1980. Los primeros causan trastornos mentales, de comportamiento y se puede llegar a considerar ludopatía, aunque existen algunas dudas al respecto. En el caso de las apuestas también afecta al desorden mental y se considera como una ludopatía.

En este artículo nos centraremos en dos de estas adicciones, las apuestas online y la adicción a los videojuegos. Ambas se encuentran en auge por la facilitad que tiene los menores para conectarse a Internet. Desde edades tempranas se les facilitan dispositivos para que se entretenga, esto ha fomentado la práctica de videojuegos y de las apuestas.

ADICCIÓN A LOS VIDEOJUEGOS. 

Los videojuegos no son una simple pantalla de un ordenador de mesa, consolas o como en sus inicios, las máquinas recreativas con las que jugaban nuestros padres. Actualmente los videojuegos ofrecen todo un universo de posibilidades, con objetos complementarios como gafas 3D, volantes o armas etc, que harán que tu experiencia en el juego sea lo más realista posible y que están dirigidos a toda clase de público: adultos, jóvenes y menores. A esto habría que unirle la facilidad con la que se puede jugar, tienes las consolas portátiles que puedes llevar a todos los lugares contigo o simplemente acceder a algunos juegos desde el ordenador. Además, ha aparecido todo el fenómeno “gaming”, es decir personas que se ganan la vida jugando a videojuegos y que pueden llegar a ganar millones por esto, esta puede ser una de las razones por las que muchos jóvenes se enganchen y obsesionen con los videojuegos, pues piensa que es una manera divertida y fácil de ganarse la vida, sin ser conscientes de que puede llevar consigo muchos problemas.

La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) realizada por la OMS ha recogido por primera vez, en mayo de 2019, la adicción a los videojuegos como enfermedad, el denominado “gaming disorder”. Lo ha considerado como un trastorno mental, del comportamiento o del desarrollo neurológico y lo asimila a la ludopatía, aunque existen muchos críticos respecto de esta decisión de incluirlos como trastornos mentales y asimilarlos a la depresión o ansiedad.

Si bien es cierto que el uso excesivo de las nuevas tecnologías y en concreto de los videojuegos se van haciendo visibles, sobre todo en los más jóvenes, en el caso de España (de acuerdo con el estudio realizado por Proyecto Hombre) es la práctica más habitual en un 82,2 % de los jóvenes de entre 14- 18 años, y destaca en los chicos. La realidad es que este uso en exceso es uno de los problemas que más inquietan a los padres y las madres, aunque la obsesión que puede crear el uso de los videojuegos no es comparable con adicciones como las drogas, es preocupante y para entenderlo mejor es necesario conocer algunos de sus síntomas que son comunes tanto para los adultos como para los menores.

Entre los síntomas se encuentra: el aislamiento social, el empeoramiento del rendimiento académico debido al excesiva importancia y tiempo que se dedica a ellos, usarlos como vía de escape de otros problemas del día a día, pérdida de la noción del tiempo, no se dan cuenta de las horas que se han podido pasar jugando, cambios en la conducta como los estallidos de ira en el caso de que se limite el uso de estos o cambios en los hábitos, como jugar cuando se debería estar durmiendo. Por último, uno de los más importantes, los dolores y enfermedades posturales debidos al tiempo que se invierte jugando.

Existen diferentes maneras o mecanismos para evitar que tu hijo/a desarrolle un problema derivado del uso excesivo de los videojuegos. El primer mecanismo, y creemos que el más importante, es que los padres deben ser conocedores del uso que realizan sus hijos de las consolas, ordenadores y también de con quién están jugando para evitar otro tipo de inconvenientes. Los padres deberían llevar un control del tiempo, contenido y personas con las que juegan; evitar comprar en exceso juegos pues así el menor se cansara de jugar siempre con los mismos y reducirá el tiempo invertido en estos; y fomentar la realización de otro tipo de actividades para romper con el ciclo del juego, impulsando actividades al aire libre, con otros jóvenes.

Por último, algunos padres creen que el comprar una consola o juegos es una buena manera de recompensar a los menores o una manera fácil y rápida de mantenerlos entretenidos en casa, pero no es así, pues en ese intento de ser los mejores padres o de ser los más “guays” pueden estar contribuyendo a que los menores desconecten de la vida real y se enfoquen únicamente en estos. Por lo tanto, como sociedad debemos crear conciencia y educar a los jóvenes en un uso responsable de este producto, pero también a los padres.

CASAS DE APUESTAS Y ONLINE.

En cuanto a la práctica del juego online, se reguló por primera vez en 1997 y en 2011 se desarrolló la Ley 13/2011 de regulación del juego online. Este tema tiene mucha importancia y ha pasado a depender del nuevo Ministerio de consumo que se ha creado en 2019.

Desde 1980 la ludopatía se reconoce como una enfermedad de desorden mental por la Asociación Americana de Psiquiatría y la Organización Mundial de la Salud. Aparece cada vez más entre los jóvenes, produciendo cambios en su conducta y en sus relaciones con la familia. El entorno social también interviene, pudiendo destacar dos factores, por un lado, las opiniones del entorno, por otro lado, querer halagar a nuestras amistades. El problema se ha acrecentado en los últimos años porque con el acceso a Internet cada vez son más los jóvenes que tienen a su alcance juegos de azar, y el resultado es que cualquier momento del día resultado adecuado para realizar apuestas a través del móvil o el ordenador.

Las apuestas online han aumentado en un 25% de forma anual en los últimos años, cerca de un 75% apuestan y un 13% de ellos son menores de edad. Según el artículo 6.2 de la Ley 13/2011 que regula el juego online, no se permite la práctica de juegos de azar a menores. Las casas de apuestas se han sustituido por el juego online, permitiendo falsificar la documentación oficial  más fácilmente. Cada vez son más adolescentes los que se hacen pasar por adultos.

Por lo general, los chicos menores de 18 años realizan más apuestas que las chicas. A partir de 16 años se iguala la posibilidad, es decir, tanto las chicas como chicos lo practican de la misma manera. Aunque la presencia del género masculino es más frecuente en los salones. Según un estudio de la Universidad de Valencia más de un 2% de los menores de edad tienen problemas de adicción al juego.

Cada vez es más usual, e incluso se ha llegado a normalizar, que todos los adolescentes tengan como costumbre apostar. Esto se aprecia en el aumento del número de casas de apuestas que existe, así como en la cantidad de publicidad en Internet que te incitan a practicarlo. Los menores de 18 años constituyen un grupo muy vulnerable y fácil de manipular: se trata de segmentos de la población que no tiene una fuente de ingresos directa, sino que dependen de sus padres, y buscan dinero fácil. La campaña “Defiende lo obvio” de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción pretende concienciar a los adolescentes entre 14 y 18 años sobre las apuestas.

El acceso a internet ha hecho más accesible las apuestas a sectores más frágiles. A través de esta vía resulta más fácil saltarse la norma y hacerse pasar por adultos sobre todo ahora, dadas las circunstancias que estamos viviendo con el Covid-19. La Red de Atención a las Adicciones hizo visible el aumento de menores que accedían al juego online en los meses de Marzo y Abril de este año. De hecho, el Gobierno ha tenido que regular la publicidad de las apuestas en televisión e internet porque con el confinamiento habían aumentado exponencialmente el número de usuarios en página de apuestas. No es suficiente, pero es importante que al menos los anuncios se hayan limitado a una franja horaria y que no puedan hacer referencia al estado de confinamiento en el que vivimos.

TANIA TABARES

MARTA MARTÍN

GRADO CIENCIA POLÍTICA Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA. 

Línea de Menores y uso de Internet de la Clínica Jurídica de Acción Social

 

Seminarios en abierto 2020

7/05/20, 6:06

Este curso, como no podemos hacerlos presenciales, hemos decidido no faltar a nuestra cita, pero transformándolos en Webinars. Aquí os dejamos los datos:

#Mayoclínico Seminarios en abierto

Lunes, 18 de mayo, 17 h: MENORES Y USO DE INTERNET: BUENAS PRÁCTICAS EN LOS CENTROS EDUCATIVOS https://youtu.be/e5Gol6-uC8s

Martes, 19 de mayo, 17 h: LAS CONDICIONES DE VIDA DE LA CÁRCEL Y EL RESPETO A LOS DERECHOS HUMANOS EN ESPAÑA Y AMÉRICA LATINA https://youtu.be/kdSxTo-21MM

Jueves, 21 de mayo, 12 h: LAS CLÍNICAS JURÍDICAS EN EL CONTEXTO DEL CORONAVIRUS https://youtu.be/gcZKpjylAW4

Viernes, 22 de mayo, 12 h: MIGRANTES Y DERECHOS: ALGUNAS PRÁCTICAS BURORREPRESIVAS https://youtu.be/c90LGORqA5k

Podéis seguirlos en directo. Necesitáis suscribiros al canal de youtube la Clínica. Os esperamos. Podréis preguntar en directo a través del chat

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Memorias del Centro de Zambrana

7/05/20, 5:51

Este curso, la Línea de Menores y uso de internet de la Clínica Jurídica de Acción Social, hemos tenido la oportunidad de participar con el Centro de Menores Zambrana de Valladolid.

Nuestra primera toma de contacto con el Centro fue una visita con todas las compañeras de la línea de menores. La primera impresión que tuvimos, desde el exterior, es que el Centro parecía una cárcel por los muros, cámaras de vigilancia, controles de seguridad, sin embargo, una vez dentro, unido a las actividades posteriores que realizamos, descubrimos que se trata de un “colegio” muy singular centrado en la reinserción.

El Centro se divide en dos áreas especializadas, la de protección o socialización y la de reforma. Al área de socialización acuden menores con problemas de conducta. Nosotras, visitamos y actuamos en la de reforma, a ella llegan jóvenes por haber cometido algún tipo infracción tras un pronunciamiento judicial. En esta área, los jóvenes están separados por módulos, en función, de la edad, sexo, tipo de régimen, tipo de infracción pero también de la personalidad.

De la mano de la Directora del Centro y del coordinador de los educadores sociales, conocimos todas las instalaciones y dependencias con las que cuenta el centro. Además de conocer las laborares que desempeñan todo un equipo psicotécnico de educadores sociales, psicólogos, psiquiatras y demás personal del centro.

Hay que destacar que en el centro de menores se llevan a cabo tanto actividades educativas, deportivas, sociales como formativas para la inserción laboral, teniendo en cuenta las necesidades de cada joven. Todo ello cuenta con una amplia planificación que consiguen implementar a base de horarios, si bien, tarea a priori complicada porque los menores suelen proceder de ambientes no sujetos a disciplina.

Una segunda actividad mucho más cercana con los menores y los educadores sociales fue asistir a los  “Talleres de Prevención de delitos contra la libertad e indemnidad sexual”. Así tres estudiantes acudíamos semanalmente al Centro en unidades diferentes: Unidad 4 (menores entre 16 y 18 años), Unidad de Chicas y Unidad Terapéutica.

Nuestra labor consistía en observar la impartición de las charlas, la metodología, el contenido, los conceptos jurídicos, así como, la revisión jurídica de las mismas.

Aunque trabajamos con menores en situaciones muy distintas, nuestra experiencia ha sido muy gratificante en los tres casos. Los menores han participado activamente en las actividades propuestas, han mostrado interés por el tema planteado formulando sus propias dudas,  han entendido y asimilado distintos conceptos y, también, han compartido vivencias personales que sirven para entender mejor los contenidos teóricos.

Por otra parte, los educadores han sido muy atentos, nos han explicado en qué consistía el programa, e incluso, nos han brindado la oportunidad de intervenir para aclarar distintas ideas y términos jurídicos.

Algunos menores que llevaban más tiempo en el centro conocían el taller y aunque esas palabras “podían sonar a lo mismo” acaban calando y tienen sus efectos. Latente de ello es que estos mismos menores, a la hora de sus compañeros formulan una duda, ellos mismos se ofrecían voluntarios a intervenir.

Hemos podido reconocer el papel fundamental que desempeñan los educadores sociales. Es muy importante la tarea diaria que realizan con los jóvenes, pues éstos siempre están acompañados por un educador. Los educadores se muestran cercanos con los menores, les tratan de impregnar unos valores necesarios para la reinserción, como la empatía. Así como, establecer unas rutinas, horarios, dieta saludable para llevar una vida organizada, ya que, muchos proceden un escenario dónde les ha faltado disciplina, orden y, sobre todo, cariño.

Una vez que hemos asistido a las sesiones, vamos a realizar, desde esta línea de investigación, un informe recogiendo nuestra experiencia y tratando de proponer algunas ideas de mejora, para hacer más atractivo el curso para los menores. Esperamos poder ayudar a futuros programas con las aportaciones que realizaremos y contribuir así a una labor importante.

A modo de colofón, esta experiencia nos ha acercado a la realidad de los Centros de Menores y a la gran labor de reinserción que juegan en la sociedad. El paso por el Centro es una gran oportunidad para reconducir situaciones y, el éxito de la misma, depende en gran medida de la actitud del menor pero juegan otras variables como el ambiente socio familiar en el que se encuentre.

Ana Rincón Sánchez

Grado en Criminología

Clara García Prieto

Marina Romero Martín 

Grado en Derecho

Línea de Menores y uso de Internet de la Clínica Jurídica de Acción Social

 

 

 

Mujer en prisión, una doble condena

3/05/20, 12:15

Cuando una mujer entra en prisión sufre una triple condena social, personal y penitenciaria. Así lo denuncia la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) en su Informe sobre la situación de las mujeres presas. Tratamiento y derechos de las mujeres privadas de libertad en los centros penitenciarios de España y Andalucía.

Actualmente en España hay un total de 58.901 reclusos, de los cuales, tan solo el 7,47% son mujeres, un número que a pesar de ser inferior respecto al de los hombres es muy superior al de los países de nuestro entorno (alrededor del 4,5%).

Con frecuencia entendemos el mundo penitenciario como algo ajeno y externo a la sociedad, sin embargo, los mismos problemas a los que se enfrenta la sociedad fuera de prisión también se extrapolan dentro de esta. Hablamos de problemas como la discriminación que por desgracia no escapa del alcance de nadie.

Pero hay una gran diferencia, y es que el responsable de esta discriminación no es el individuo, sino la propia institución. Es la Administración quien falla, dejando desamparados a los reclusos, especialmente a las mujeres, convirtiendo su estancia en prisión en una doble condena, pudiendo afirmar que las condiciones de las mujeres en prisión son mucho más duras que las de los hombres.

En primer lugar porque apenas hay cárceles específicas para mujeres, lo que se explica por el bajo porcentaje de reclusas y en segundo lugar porque el sistema penitenciario está pensado y diseñado para hombres.

Esto a su vez se traduce en un doble problema, teniendo que optar por mantener su vínculo con el exterior o acceder a programas de reinserción, cuando ambas deberían ser compatibles.

Esto es así porque o bien es trasladada a un centro penitenciario exclusivamente de mujeres, lo que debido al número escaso de los mismos la obligará a desprenderse de su vínculo familiar, social y afectivo, dificultando por tanto, sin otro motivo que por razón de género, su reinserción; o bien, entrar en una cárcel mixta, con módulos para mujeres donde no se diferencian atendiendo a criterios de clasificación, por perfiles criminales, edad, adicciones, salud mental o características penitenciarias, como ocurre con los hombres.

La consecuencia directa de este problema es que para una mujer reclusa acceder a programas de intervención resulta, cuanto menos, complicado.

Mientras que un hombre dentro de prisión tiene opción de poder realizar más programas de intervención, una mujer está más condicionada puesto que en ocasiones no pueden realizarse juntamente con hombres, lo que unido a la falta de recursos, hace que no tengan ni tan siquiera la posibilidad de decidir si participar o no.

Las prisiones españolas son gestionadas tradicionalmente para hombres, quedando siempre la mujer relegada a un segundo plano. Es por ello por lo que desde el año 2009 se ha ido implementado paulatinamente el “Programa de Acciones para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en el ámbito penitenciario”, pero siguen siendo evidentes las desigualdades existentes dentro del sistema penitenciario.

Esto es contrario al principio de igualdad y no discriminación consagrado en el artículo 14 de nuestra Constitución, y es la propia institución la que está incumpliendo, por eso es imprescindible dotar de recursos al sistema penitenciario español, porque el hecho de ser mujer no puede estar unido a no tener acceso a las herramientas para una reinserción que el sistema penitenciario debe proporcionarles. No podemos exigir a un recluso que cambie si no le dotamos de las herramientas y medios necesarios.

En este sentido cabe destacar la labor de ONGs que ayudan a suplir estas carencias de la Administración, pero no es suficiente, ya que es la propia dirección del centro quien decide si las mujeres pueden hacer actividades o programas junto con hombres, por eso, aunque las ONGs ofrezcan programas de intervención tampoco se asegura que la mujer dentro de prisión pueda tener acceso a estos.

Así mismo, aunque sea de manera indirecta, se contraviene el artículo 25 de la Constitución Española que establece claramente que las penas privativas de libertad están orientadas a la reeducación y reinserción social. Sin embargo, si esta reinserción pasa por una serie de programas, terapias o intervención con los reclusos y no se proporciona, este principio no se estaría cumpliendo. La reinserción no debe estar obstaculizada por razones de género sino que indistintamente de que sea hombre o mujer, deben proporcionarse las recursos necesarios para alcanzar este fin.

Por ello es imprescindible invertir en recursos para poder trabajar con los presos, pero no entendiéndose como un gasto para la sociedad, sino como una inversión, porque sólo con educación y terapias se podrá reinsertar al penado. Esto va en beneficio no sólo de él o de ella, sino de la sociedad en su conjunto, porque la reinserción no acaba en la cárcel, sino que debe continuar en la sociedad.

ESTHER GARCÍA TEJEDOR

LÍNEA DE INTERVENCIÓN PENITENCIARIA Y DERECHOS HUMANOS.

CLÍNINA JURÍDICA DE ACCIÓN SOCIAL