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Experimentando en la USAL
 

¡Estamos motivados!

¿Motivación en el aula? ¿Qué es eso? ¿Lo hemos experimentado alguna vez?

En nuestra vida como estudiantes, probablemente muy pocas veces. En contadas ocasiones hemos tenido la suerte de dar con un profesor que da vueltas y vueltas en su cabeza para encontrar una buena idea que nos ayude a aprender, una idea para que, lo que está enseñando, sea fácil de aprender e incluso los estudiantes quieran aprender más y más. ¿Es fácil? No lo parece. ¿Es útil? ¡Ya lo creo que sí!

La motivación es fundamental en cualquier ámbito de la vida, pero aún más en la escuela, donde nos enfrentamos cada día a algo nuevo por descubrir que, si hay motivación, puede convertirse en un reto constante que genere ganas de saber más y más. La forma más sencilla de motivar al alumnado es conocerles, preocuparnos por sus intereses, qué les preocupa, qué ven en su ordenador en su tiempo libre, qué deporte les apasiona, qué tipo de cine ven. Puede parecer absurdo, pero enfocar una actividad científica desde un punto próximo a su vida cotidiana y, sobre todo, a próximo a lo que les gusta hacer, despierta la curiosidad y ya sabéis, “la curiosidad mató al gato, pero el gato murió sabiendo”.

Otro modo de motivar a los estudiantes es permitirles que trabajen en grupo, que se ayuden unos a otros, que superen sus barreras juntos, porque lo que no sabe uno, el otro se lo explica y, ¿qué os parece? ¡Resulta que aprenden los dos!

Como los profesores del futuro nos enfrentamos a una nueva generación, totalmente diferente, centrada en el mundo tecnológico más si cabe que nosotros. La tecnología puede ayudarnos a generar un foco de interés en nuestras aulas y conseguir que los alumnos no sientan una pereza horrible por entrar a la clase de física y química, como suele pasar en los institutos. Motivemos a los alumnos, consigamos que quieran aprender, que asocien su realidad con la física y química, porque al fin y al cabo, ¡ES LA CIENCIA QUE LA EXPLICA!

Debemos confiar en nuestros alumnos, en sus capacidades y en su posibilidad de mejorar. La opinión que el profesor genera sobre el estudiante es más importante de lo que pensamos. Un alumno suficientemente motivado es capaz de esforzarse más y conseguir mucho más, con lo cual, nunca somos conscientes de la capacidad real de cada uno. Tenemos que tener en cuenta que cada estudiante es distinto, que no se motiva a todos los alumnos de la misma manera y hemos de ser conscientes de que motivar a un grupo es más difícil que a una sola persona, pero no es imposible.

 No sé vosotros, pero yo quiero que mis alumnos se diviertan en mi clase, que tengan ganas de aprender y que salgan del aula pensando que la física y química también puede ser divertida.

Os dejo un vídeo que, desde mi punto de vista es, no solo motivador, sino un lema de vida:

¡FELIZ DÍA!

acriado

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