VARIEDADES DEL INGLÉS

9/10/17, 15:58

Al igual que el rayo de luz que atraviesa un prisma, la lengua se descompone y forma una especie de espectro cuyas tres bandas fundamentales son:

a) El lenguaje audio-oral (la lengua hablada).

b) El lenguaje gráfico-material (la lengua escrita).

c) Y el lenguaje visual (la lengua de los gestos, de la mímica, de la naturaleza, etc.),

Porque los signos que constituyen una lengua pueden ser “verbales” “escritos» o de cualquier otro tipo que suponga comunicación: agente de tráfico, gestos del sordomudo, los colores del equipo o nación.

Para algunos sólo la primera banda (la lengua hablada) merece el apelativo y puede considerarse como verdadera «lengua»; las otras dos serían meros sustitutos de ésta. Y aducen, para demostrarlo, razones:

a) etimológicas: el término procede del lat. lingua, -ae que hace referencia exclusivamente a los «sonidos

b) históricas: la comunicación oral ha existido miles de años antes que cualquier comunicación escrita (y siempre ha poseído cualidades y características propias, ausentes en las otras dos, y que hacen de ella el «tipo» de comunicación por excelencia: tono, timbre, acento…). «Razones» que nos parecen muy válidas: de hecho existen y han existido algunas lenguas (que se han desarrollado, y se desarrollan aún, en ámbitos alejados de la cultura y la civilización) que se hablan pero no se escriben. Y el que una lengua pueda o no escribirse parece accidental, desde el punto de vista estrictamente «lingüístico»; por lo que la lengua hablada puede decirse que constituye la variante fundamental de la lengua.

Pero la comunicación puede también efectuarse por medio de representaciones gráficas. Y esta representación visual y escrita es un fenómeno que no puede desligarse de la lengua. La escritura (determinada en un principio por la lengua hablada y, hasta hace no mucho tiempo, «privilegio» de unos pocos, incluso en las lenguas cultas y civilizadas) cobra nueva vida como «sistema» dentro de la lengua, por reflejar a menudo un carácter cultural que la lengua hablada puede sólo exhibir con mucha menos frecuencia B. Y de aquí que, durante siglos, el interés de los estudiosos del lenguaje se haya centrado (de un modo más o menos directo) en los textos escritos.

En nuestro siglo merced a la serie de descubrimientos científicos (radio, fonógrafo, cinta magnética, etc. que han logrado para la lengua hablada las ventajas que, durante muchos siglos, fueran privilegio exclusivo de la escritura), el punto de vista fónico u oral comenzaría a prevalecer de modo absoluto (y de modo «exclusivo», en algunas corrientes estructuralistas). Y así, para la mayoría de los tratadistas actuales, la escritura será tan sólo —aunque con características muy peculiares— uno de los varios recursos para preservar la lengua hablada y legarla a la posteridad.

Por mi parte, sin pretender entrar ahora a debatir esta cuestión lingüística, queremos dejar bien claro que la observación atenta y el estudio minucioso de los documentos escritos nos parecen fundamento imprescindible para el conocimiento de la lengua en todos los períodos de su evolución.

En cada una de estas dos variantes básicas el inglés presenta algunas otras variedades importantes: las diversas realizaciones concretas (que oímos o leemos) del sistema original que es común a todas. Las más notorias son, posiblemente, los «standards» que han desarrollado cada una de las nuevas configuraciones geográficas y políticas que la han adoptado como lengua nativa. Una descripción actual de la lengua inglesa que se ciña únicamente al standard británico resulta, pues, inevitablemente «incompleta» (sobre todo en lo que respecta al inglés contemporáneo). La evolución del standard americano y de los standards de Canadá, Australia, India, Nueva Zelanda, El Cabo, etc. no pueden desconocerse en modo alguno, ni en sí mismos ni en su influencia sobre el inglés británico (sobre todo cuando se entiende como magnífica floración que embellece y enriquece el sistema como tal, y no con el resentimiento latente que parece apreciarse en aquellas palabras de Burchfield: «There is a danger that the proliferating English of the periphery may obscure the descriptive picture of the centre of our language» porque «a language always crystalizes the inner histoiy, the specific world-view of the Volk or Nation» y, desde luego, «the world-view from a suburban garden in England cannot be that of the great lakes of Cañada, the stark aridity of the Australian bush, the tropical verdure of a Nigerian jungle, or the hot sandstone of an Indian plain». Cada una de estas variantes (o «standards») presenta, en efecto, sus características propias, más o menos definidas:

  1. De orden léxico: fancet, tube, okay (del inglés americano); trek, konfyt… (sudafricano); muskeg… (canadiense); etc.
  2. De orden gramatical: cierta sintaxis «dislocada», el uso adverbial de but o del pronombre personal femenino para referirse a un antecedente inanimado, etc. (en el inglés australiano)
  3.  Y sobre todo, de orden fonológico: en las que tradicionalmente se ha venido haciendo hincapié para caracterizar las diversas variantes nacionales o regionales.

 

Reconocemos que esta panorámica multicolor es, desde luego interesante y aleccionadora (sobre todo desde el punto de vista de la descripción sincrónica del inglés contemporáneo). Puedes ver mucho más sobre el idioma inglés y su gramática en este blog y en su video de youtube titulado academias de ingles en madrid.