De la docencia al aprendizaje y vuelta

Imagen de eduinclusiva.cl

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Mi experiencia con la docencia ha sido un tanto como el Guadiana, que aparece y desaparece. De siempre me ha gustado enseñar, pero de forma selectiva: me gusta hacerlo cuando a quien enseño quiere aprender.

Como muchos y muchas adolescentes, di clases de refuerzo a niños y niñas que la escuela no se les daba todo lo bien que sus progenitores pensaban que debería. Algunos y algunas de ellos no encontraban interés en lo que aprendían y, en aquella época, tampoco yo tenía muchos recursos o herramientas para contárselo de manera más amena, así que nos dedicábamos a hacer los deberes y a intentar explicar la lección desde esos ejercicios. Estamos hablando de una época en la ni Youtube ni internet existían. Lo sé, la prehistoria más dura.

Me animaron a entrar en la universidad y allí empecé a contar lo que yo sabía hacer. Creo que es la mejor forma de ser docente, hablar de lo que sabes, de tu experiencia. Es la figura del profesorado asociado: tenemos otro contrato, otro trabajo, y acudimos a las universidades a contarlo desde nuestra experiencia del día a día. Ese sí que es conocimiento actualizado.

Pero como investigadora, creo que en la formación continua. Así que, de vez en cuando, me matriculo en algún máster que cubra las inquietudes que tengo en ese momento. Algunos de ellos vuelven a tener repercusión bien en mi actividad investigadora, bien en la docente.

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