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Isabel Tajahuerce: El espanto de la custodia compartida

Es un disparate. La sociedad española está muy lejos de lograr la igualdad entre mujeres y hombres, de hecho, ha sido necesaria una Ley de Igualdad, una Ley Integral contra la violencia de género y una Ley de Dependencia. Las cifras de muertas por violencia machista son solamente la parte más visible de una realidad terrible, sobre la que se deberían abrir reflexiones mucho más serias que las que plantea el sensacionalismo de los defensores de la custodia compartida con su perpetuación del conflicto. Las mujeres sufren violencia por parte de sus parejas, una violencia muchas veces sutil y otras claramente evidente. Los hijos e hijas son un elemento clave para mantener a las mujeres sometidas cuando son ellas quienes deciden poner fin a la relación, por eso la custodia compartida es solicitada por un elevado número de violentos que quieren perpetuar la relación y seguir destruyendo a la mujer al mismo tiempo que a los menores.

Es hipócrita hablar de los derechos de los padres cuando por todas y todos es sabido que los hombres, salvo honrosas excepciones en las que han apostado seriamente por la corresponsabilidad, no se ocupan de sus hijos. Las mujeres son las que renuncian a trabajar fuera del hogar o las que no aceptan ascensos o las que no quieren viajar o las que eligen el tiempo parcial, porque sus hijos las necesitan; son también ellas las que van a las reuniones del colegio, las que hacen deberes, preparan cumpleaños, se ocupan de los baños, de las cenas, de las cremas, de preparar las excursiones, son las que piden permisos para cuidar en la enfermedad, las que no duermen, las que lavan, planchan. Claro que algunos hombres también lo hacen, afortunadamente algunos van tomando conciencia de que la vida cotidiana y la ternura y el amor son de todas y de todos. Ellos no pedirían una custodia compartida, claro que no lo harían, porque saben mucho sobre las necesidades y los sentimientos de sus hijos e hijas, sobre el valor de la estabilidad, pero ellos tampoco la necesitarían porque en relaciones de igualdad no hay relaciones de poder, hay corresponsabilidad, y en ese caso las separaciones se producen con normalidad y los menores pueden mantener relaciones naturales con su padre y con su madre, o con sus madres o con sus padres, porque no olvidemos que las parejas no están sólo formados por padre y madre. La verdad es que resulta curioso que un hombre que nunca se ocupó de sus hijos o hijas sienta de pronto una llamada casi espiritual por la paternidad. Resulta realmente chocante en el artículo publicado por El País el 27 de mayo de 2008 y firmado por Pere Ríos el párrafo en el que dice que “cada vez surgen más padres que, tras el divorcio, se implican en ello”. ¿Y qué hacían antes?, ¿pasar toda la responsabilidad a la madre? Un poco más de seriedad señores y señoras defensoras de la custodia compartida, que la igualdad no se logra penalizando y culpando nuevamente a las mujeres, por favor no intenten intoxicar y manipular a la opinión pública porque es un asunto muy grave en una sociedad con tan elevada cifra de mujeres muertas y también de menores en las visitas a sus padres. La igualdad se logra con la corresponsabilidad en la crianza de los hijos e hijas y en las relaciones cotidianas, la igualdad se logra en relaciones de respeto y de libertad. El autor del ya citado artículo se permite nombrar a Julio Bronchal como experto psicólogo en la materia cuando el juzgado de Gandia ha reiterado su condena por maltrato ¿no estaba informado el autor de tal cuestión o no la considero relevante?

Las mujeres llevan una larga historia de humillaciones y desprecios en lo público y en lo privado, las mujeres llevan ya cargando mucha violencia a sus espaldas y un terrible dolor. Nuestro país necesitaba una Ley contra la violencia de género, una Ley de Igualdad y una Ley de Dependencia, para paliar los efectos que sobre las mujeres imponía un modelo social machista. Los medios de comunicación tienen la obligación de respetar las leyes, de defender la igualdad y de luchar contra esa terrible lacra social que es la violencia de género, por tanto, deben cuidar la información que publican, contrastar las opiniones y saber qué hay detrás de supuestas reivindicaciones que esconden nuevas formas de control y de sometimiento, nuevas formas de terrorismo doméstico. Seriedad, por favor, es un disparate.

Isabel Tajahuerce

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