La tecnología ha tomado las riendas del presente de la sociedad, los registros en redes sociales y páginas web están a la orden del día y esto, aunque no somos del todo conscientes, nos esta quitando la privacidad. Hemos perdido el control de nuestros, cuando aceptamos los “terminos y condiciones de uso” normalmente no leemos los términos ya que si nos parasemos a leerlo tardaríamos alrededor de 40 minutos, sin embargo el tiempo de media que una persona tarda en aceptar estos términos es de 8 segundos.
Actualmente las empresas que más facturan son empresas de tecnología o telecomunicaciones, las empresas de hidrocarburos y constructoras ya no dominan en facturación. Podríamos decir que el petróleo ha sido cambiado por los datos que las empresas obtienen de sus usuarios. Algunas empresas abusan del uso de esta información con la tecnología actual pero, en 2020 se calcula que existirán alrededor de 50.000 millones de dispositivos y, con el ritmo al que estos dispositivos digitales progresan nuestra privacidad podría llegar a cero ya que los datos de salud, ocio, ideas políticas, archivos borrados o la geolocalización ya son fácilmente adquiridos por las empresas.
Como conclusión, incluir los datos digitales de las personas dentro de los derechos humanos es una realidad que se tiene que priorizar. Todos estos avances en la tecnología han traído muchas ventajas para la sociedad pero ¿A qué coste?. El proceso tecnológico es un gigante avanzando que no podemos detener por lo que la solución debería ser humanizarla.
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