Alonso Benito analiza el nuevo discurso del gerencialismo, o sea, los efectos sociales que el nuevo modelo de gestión empresarial asociado a la nueva economía está ejerciendo en la actual conformación de políticas y practicas sociales públicas. La idea del autor es que estas mismas practicas tienden a imponer usos económicos del factor trabajo cada vez más desprotegidos socialmente y desinstitucionalizados jurídicamente.
Por lo tanto, la idea de que había derechos sociales asociados al concepto de trabajo y producción se está perdiendo por la idea de competitividad total. Para el autor los derechos sociales están en franca regresión, una vez que el mercado vuelve a tomar el poderío, dejando atrás los criterios de solidaridad y ciudadanía adquiridos desde el fin de la segunda guerra mundial. La ciudadanía se cambia por una etiqueta de normalidad financiera; dejando de ser un derecho público de lo social. Se pasa del Estado protector-benefactor y productor al Estado activador, monetarista y empresario que tiene como principal objetivo impulsar el mercado.
Antes, el Estado de Bienestar hacía una intervención a favor de una cultura universal de lo público, hoy interviene de un modo más selectivo. Esto representa el declive de las políticas sociales de ciudadanía total y su cambio por políticas asistenciales muy focalizadas, cada vez con menos alcance social y territorial. La política social que debería ser una política de ciudadanía universal y nacional, se está convirtiendo en una focalización de grupos de riesgo y de sostenimiento de estos grupos en una situación de cierta integración mínima y funcional. Es lo que el autor designa “los sin” de todo tipo, los sin papeles, los sin sueldo fijo, los sin ordenador, los sin nacionalidad, los sin calificación.
Concluye Alonso advirtiendo que si es verdad que se está generando una nueva economía, tiene que existir inmanente a ella una nueva ciudadanía. Y lo que está ocurriendo, sin embargo, es que antes que propiciar las condiciones para la emergencia de ésta nueva ciudadanía, puede defraudar lo que ya existe, implicando un retroceso que se lleve por delante derechos ya adquiridos en el marco del Estado del Bienestar.
Ref.
Alonso Benito, L. E. (2002): “El discurso de la sociedad del conocimiento y el declive de la reforma social”.
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