Los paisajes de aprendizaje son una forma de programar innovadora, que facilita la inclusión, pues personaliza el aprendizaje acorde a las necesidades específicas de cada uno de los alumnos. Permiten diseñar una programación didáctica, variada en actividades, logrando que los propios alumnos sean quienes eligen y se mueven con autonomía, pero siempre guiados por el profesor. Además, no hay un orden establecido de contenidos y actividades, sino que el alumno puede elegir por dónde empezar.
Como nos explicaron en clase, en este tipo de metodología, el profesor diseña experiencias donde expone los objetivos a alcanzar, las herramientas de evaluación y los productos para cada actividad, pero concede al alumno la autonomía de elegir su propio itinerario de aprendizaje compartiendo decisiones educativas del día a día en el aula.
Además, los paisajes de aprendizaje permiten trabajar tanto las inteligencias múltiples como la taxonomía de Bloom que, combinándolas, se obtiene un gran número de actividades.
Por otro lado, se pueden proporcionar insignias o pequeños premios por la realización correcta de las actividades, fomentando la motivación de los alumnos.
Así, por ejemplo, a mí, con 22 años, por el mero hecho de conseguir las pegatinas de las diferentes inteligencias múltiples, lograron motivarme e involucrarme al 100% en la actividad. Así que, ¿cómo no lo vamos a conseguir con alumnos de 12-16 años?
Algunas de las actividades que más creativas me parecieron para poder explicar la conservación del momento lineal y de la energía fueron “la experiencia del globo y la cuerda” y con el péndulo de Newton.
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