e-DEMOCRACY: ¿HACIA UNA VERDADERA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA?

El gobierno electrónico entendido como el uso de las tecnologías de la información y comunicación por parte de las instituciones de gobierno para mejorar cualitativamente los servicios e información que se ofrecen a los ciudadanos, aumentar la eficacia y eficiencia de la gestión pública e incrementar sustancialmente la transparencia del sector público y la participación ciudadana (OEA) ha pasado por varias de sus etapas en muchos de nuestros países; la presencia, seguida por la interacción y la transacción han dado lugar a fases siguientes que implican ya no solo una transformación tecnológica sino un cambio en la cultura organizacional de las instituciones del Estado.

Nos encontramos entonces, con que las nuevas tecnologías pueden brindarnos herramientas para el ejercicio del derecho ciudadano, según R. Dahl (1) las nuevas tecnologías pueden facilitar algún mecanismo que solucione alguno de los problemas de la democracia, según este autor, las instituciones ayudadas por un uso adecuado de las nuevas tecnologías pueden contribuir con un público atento y bien informado, un “minipopulus” que puede llegar a reducir la distancia entre las élites políticas y la ciudadanía. De la misma manera Arterton (2) considera que las nuevas tecnologías pueden contribuir a mejorar la democracia mitigando crisis de participación de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas y estableciendo una relación más fluida entre políticos y ciudadanos.

Pero, dejando de lado los posibles efectos positivos de la e-democracia, cabe plantearnos que tal vez estemos solo ante un aprovechamiento de los recursos tecnológicos por parte de las formas políticas de siempre, o que tal vez la tecnología puede llegar a esconder o a reemplazar una verdadera democracia por una versión simulada y comercial que solo se traduzca en una mera mercantilización de la esfera pública (3), que a cambio de facilitar la participación ciudadana la democracia electrónica obstaculice el puente que hay entre las expectativas de los ciudadanos y los resultados; no debemos olvidar que la tecnología tiene límites reales y que la efectividad de la combinación tecnología-política pasa por alcanzar un compromiso bidireccional gobierno-sociedad que logre representar una verdadera democracia participativa con un verdadero poder de los ciudadanos.

(1)DAHL, R, 1992, La democracia y sus críticos, Barcelona: Paidós

(2) ARTERTON, F. C.,1987, Teledemocracy. Can technology protect Democracy?,Beverly Hills: Roosevelt Center for American Policity Studies & Sage Publications)

(3)Rheingold Howard, Desinformocracia, 1994

 

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