El papel de los jóvenes en la sociedad

Recientemente salió a relucir el problema que enfrentan las universidades de Puerto Rico entre el número de estudiantes que se gradúa y termina su grado académico y el que no, siendo mayor el segundo. Ciertamente, las universidades tendrán que tomar medidas para mejorar este problema. Sin embargo, muchísimos factores se obviaron, factores que incluso anteceden la admisión del estudiante a una universidad.

El problema puede trazarse desde la escuela superior. Un ejemplo de esto son las escuelas vocacionales. Éstas ofrecen al estudiante la posibilidad de aprender un oficio mientras completan sus últimos años de educación secundaria.

Mientras que en muchas partes del mundo estos programas se encuentran dirigidos a jóvenes cuyo interés es aprender una profesión que no requiere de un título universitario para trabajar, en Puerto Rico se ofrecen a aquellos estudiantes con buen aprovechamiento académico y que aspiran a la universidad.

Por otra parte, los estudiantes cuyo desempeño académico no es el mejor pero sí se lucrarían de este tipo de formación no tienen cabida en estas escuelas, sobre todo por los requisitos de admisión.

A esto también se ha de añadir el estigma social que impera en nuestra cultura de que para ser alguien en la vida hay que ser médico, abogado, ingeniero, etc. En nuestro país se ha dado por sentado que una vez un joven termina la escuela superior debe entrar inmediatamente a la universidad, independientemente de si está capacitado o motivado para hacerlo.

En Alemania, por ejemplo, una vez terminada la escuela se le da un tiempo al joven para pensar seriamente sobre su futuro y más adelante entra a la universidad. En Puerto Rico todo es tan inmediato que no ha de extrañarnos que muchos a mitad de camino se percaten de que esa no era su vocación, que constantemente se cambien e incluso se rajen.

En lugar de estar pensando en cómo retener a estudiantes en la universidad sería más productivo pensar qué papel deben ocupar estos jóvenes en la sociedad.

En otros países europeos no todos van a la universidad; en muchos casos se contempla seguir con el oficio familiar o escoger una carrera corta, influyendo positivamente en la sociedad, pues todos tienen su lugar. Esto se consigue creando conciencia de que todos somos importantes para nuestro país, desde el que recoge la basura hasta el que lo gobierna.

En fin, hacer lo que nos llena y hacerlo con alegría.

Columna publicada en el periódico El Nuevo Día el 25 de marzo de 2016.

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