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ENTREVISTA A JUAN LUIS VERA

ENTREVISTA A JUAN LUIS VERA

Juan Luis Vera Muñoz nació en Plasencia (Cáceres) en 1986. Arraigado en Pasarón de la Vera, un pequeño municipio cacereño, se licenció en Psicología por la Universidad de Salamanca en 2010, obteniendo también el título del Máster en Terapia Familiar y de Pareja impartido en dicha universidad. Actualmente, compagina su labor profesional como psicólogo con su gran pasión por la literatura y las artes en general. Juan Luis Vera Muñoz es un observador y admirador incansable de la complejidad de las relaciones humanas. En sus obras, el lector podrá descubrir situaciones y personajes con los que más de una vez se sentirá tentado de detener la lectura para realizar un inevitable ejercicio de introspección.

Vuelo de libélulas es su primera novela y se adentra en la vida de un joven de tendencias ideológicas extremas que verá su mundo tambalearse ante algo tan sutil como el vuelo de una libélula…

JESÚS: ¡Buenos días, amigos y amigas! Estamos hoy con Juan Luis Vera, el jovencísimo autor de la novela “Vuelo de libélulas” que está ya vendiéndose con gran éxito, según tengo entendido, en las librerías de Salamanca y en otros puntos de la geografía española. Además de escritor, Juan Luis es licenciado en Psicología por este mismo centro, por la Universidad de Salamanca, y puedo decir que, además de un visitante asiduo de la biblioteca, es un buen amigo personal. “Vuelo de libélulas” es su primera novela y cuenta la historia de un joven que está bajo la influencia de un grupo neofascista, y cómo su vida cambia para siempre cuando conoce a un nuevo amigo que intentará ayudarle a dar los pasos necesarios para salir de ese ambiente tan aplastante para él. Juan Luis, cuéntame: terminas la carrera y en lugar de buscarte un trabajo, como todo el mundo, te pones a escribir un libro.
libro
JUAN LUIS: ¡Buenos días, Jesús! Pues sí, este libro lo escribí en el verano después de acabar la carrera, mientras hacía prácticas en PYFANO, una asociación que trabaja con niños oncológicos. Es verdad que no es lo primero que escribo, porque esto es algo que me ha encantado desde muy pequeño, pero sí es el primero que he publicado, y me alegro de que sea precisamente éste, en el que de algún modo rindo homenaje a la facultad de Psicología.
J.: Efectivamente, la mayor parte de la historia transcurre en esta misma facultad en la que estamos. Cuéntame, ¿en qué te inspiraste? ¿Está basada en alguna experiencia personal?
J.L.: No, ni mucho menos. Aunque los escenarios y otros elementos sean estrictamente reales, la historia es por completo ficticia. Ni yo he estado en un grupo neofascista, ni he conocido a nadie con una historia así; aunque sí he tenido la oportunidad de conocer a personas muy metidas en grupos de distintas ideologías extremas. Ello, sumado al bagaje de conocimiento que uno va adquiriendo a lo largo de la carrera, ha sido un poco la fuente de inspiración para escribir “Vuelo de libélulas”.
J.: En referencia a esto que comentas, ¿qué rama o ramas de la psicología te han sido más útiles para contar esta historia?
J.L.: Yo creo que la influencia mejor explicada es la del cómputo total, pero está claro que la historia de un joven que está en un grupo ideológico que ejerce una profunda presión sobre él tiene mucho que ver, sobre todo, con el ámbito de la psicología social y, más concretamente, la psicología de los grupos. ¿Cómo transforman determinados grupos la mente de sus integrantes? ¿Qué hace que las personas actúen de forma tan diferente cuando están en el grupo y cuando están solas? ¿Por qué un adolescente cambia de forma tan radical cuando está con sus amigos? Son temas que aparecen más o menos explícitamente en la novela. Y yo creo que son temas de interés general, estudies psicología, matemáticas o fontanería, porque es algo que, de manera más o menos directa, nos afecta a todos. ¿Quién de nosotros no forma parte de algún grupo, sea del tipo que sea?
J.: Un tema interesante, la influencia de nuestro entorno sobre nuestra conducta. ¿Qué crees que tiene más peso sobre el comportamiento humano: la genética o el ambiente?
J.L.: Ésa es la pregunta del millón (RÍE). Si todavía no la han resuelto los grandes estudiosos de esta temática, no creo que te la pueda resolver yo ahora. Lo que sí puedo decirte es que, en general, la gente tiende a infravalorar el poder que el ambiente tiene sobre nuestra vida y sobre la vida de los demás. Todos hemos oído frases como “Es que él es así y no hay quién le cambie” o “Ha hecho eso porque es malo”. Siempre tendemos a atribuir las causas de todos los hechos al interior de las personas, a sus rasgos de personalidad. Yo creo que tenemos que aprender a valorar en su justa medida el poder que las circunstancias que nos rodean ejercen sobre nosotros a cada minuto. En realidad, las cosas que nos pasan cada día alteran nuestro quehacer cotidiano. Es decir, reaccionamos ante lo que ocurre dentro y fuera de nosotros, y de manera proporcional a lo que nos ha ocurrido. Por eso, es difícil e inapropiado, creo yo, juzgar lo que ha hecho alguien de cuya vida no sabemos nada, porque no entendemos por qué lo ha hecho, ni podemos saber cómo habríamos actuado nosotros en su lugar.
J.: Ya lo dijo Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Entonces, veo que podemos encontrar mucha psicología en “Vuelo de libélulas”. ¿Qué más podemos encontrar?
J.L.: Pues me alegro de que me hagas esa pregunta, porque no quiero que los lectores piensen que he escrito un tratado de psicología. El libro es una novela y, como tal, tiene acción, encuentros y desencuentros, y un entramado de escenas que nos van conduciendo a un punto central, como una tela de araña. Tan pronto como empiezas a leerlo, rápidamente aprecias que no sigue una estructura convencional. La historia salta adelante y atrás en el tiempo, juega con los momentos y todo ello para dibujar un lienzo que no llegaremos a ver claramente hasta el final. En esa línea, he querido jugar con casi todos los elementos estructurales, y ni siquiera los números que encabezan cada capítulo se han librado de mis ganas de revolverlo todo.
J.: Sí, la verdad es que yo lo he leído y no es raro perderse el algún momento. ¿Hay alguna razón para haber decidido complicar la vida a los lectores?
J.L.: (RÍE) Pues lo cierto es que sí. Cuando me planteé cómo escribir este libro, lo primero que comprendí es que iba a contar la historia de un chaval cuya vida es un auténtico caos, y en cuya mente se entremezclan un gran cúmulo de disonancias e incongruencias que logran alterar sus decisiones, y el rumbo de su vida, que está extraviado por completo. Por eso, pensé que la estructura narrativa también debía reflejar ese caos, esa confusión que define el día a día de la vida del personaje.
J.: Juan Luis, se ha escrito y filmado mucho sobre los grupos de ideologías extremas: sus enfrentamientos, las presiones, las historias de heroísmo, etc. Cuéntame, ¿qué tiene de especial “Vuelo de libélulas” frente a estas otras historias? ¿Por qué hay que leer esta novela?
J.L.: Pues porque la he escrito yo (RÍE). No, es broma, no vayas a incluir eso. A ver, yo destacaría dos aspectos, que tampoco sé hasta qué punto pueden definirse como “especiales” o no. En primer lugar, la estructura de “Vuelo de libélulas” está concebida como un álbum de fotos. ¿A qué me refiero? En un álbum de fotos familiar aparecen reflejados normalmente los momentos más importantes que ha vivido esa familia, no toda la historia de sus miembros. Es decir, aparecen los puntos clave. Igualmente, he decidido que las escenas de esta novela tenían que ser como fotografías de los momentos clave de la vida del protagonista, lo que además permite crear una historia mucho más breve y de ágil lectura. Lo demás, como en los álbumes de fotos, lo dejo a la imaginación del receptor.

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J.: Ajá, ¿y el segundo aspecto?
J.L.: El segundo aspecto tiene que ver con el fuerte simbolismo de esta historia. Habitualmente, las novelas, películas, ensayos, etc., que tratan este tema lo hacen con un profundo sentido del realismo y, en el caso de los ensayos, del rigor histórico. Yo también he querido contar una historia realista, algo que podría ocurrir en la vida real, pues me parece fundamental tratar estos temas con la máxima seriedad, pero opino que el realismo no está reñido con el uso de lo simbólico. Al fin y al cabo, en sus niveles más profundos nuestra mente funciona con símbolos. Así pues, en “Vuelo de libélulas” podremos encontrar un gran juego simbólico que se vislumbra sobre todo al final de la novela.
J.: ¿Tiene ese juego simbólico algo que ver con el curioso título del libro?
J.L.: Algo no. Mucho que ver. (SONRÍE)
J.: Una pregunta más, Juan Luis. ¿Estás ya trabajando en algún nuevo proyecto literario?
J.L.: Pues sí, así es. Estoy dando forma a una historia muy distinta a “Vuelo de libélulas”, casi se podría decir que opuesta. Mientras que “Vuelo de libélulas” es un camino hacia la redención, hacia el lado más positivo del ser humano, para mi próximo libro estoy indagando en la dirección contraria. Será una poco agradable incursión en el lado más negativo de las personas, en esas partes oscuras de nosotros mismos que preferimos ocultar ante los demás, pero que están ahí, y no ganamos nada con negarlas. En definitiva, será un camino hacia la perdición en el que podremos ver reflejadas algunas de las muchas lacras que el modelo de sociedad occidental ha ido configurando y, lo que es peor, a las que nos ha ido acostumbrando poco a poco.
J.: Bueno, pues nos quedamos con esa idea del camino a la perdición. Espero que no nos lleves a todos hacia el lado oscuro, no sea que luego no queramos regresar (RISAS). Juan Luis, ha sido un placer tenerte aquí y poder hablar contigo. Esperaremos con impaciencia ese próximo proyecto, que seguro será otro exitazo editorial. Te deseo mucha suerte en este camino que acabas de iniciar o, como se dice en el mundo del espectáculo: ¡mucha mierda!
J.L.: Muchas gracias, Jesús. Para mí también ha sido un placer estar aquí. Gracias.

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