Las secuelas de los videojuegos

Un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford en California  descubrió que la exposición extensa a los videojuegos, como los Pokémon, durante la infancia activa ciertas regiones del cerebro.

En los años 90, niños de cinco años ya jugaban a Pokémon. Muchos de ellos continuaron jugando versiones posteriores del juego a lo largo de los años. Estos juegos exponían a los niños a los mismos personajes y los recompensaban cuando ganaban batallas o añadían un nuevo personaje a la enciclopedia del juego.


Los psicólogos descubrieron que estos estímulos visuales repetidos durante la infancia, combinados con el número de horas que pasan frente a la pantalla, activan regiones específicas del cerebro. Los resultados han sido publicados en la revista Nature Human Behaviour y pueden ayudar a arrojar luz sobre algunas de las muchas preguntas que quedan sobre nuestro sistema visual.

“Ha sido una pregunta abierta en este campo por qué tenemos regiones cerebrales que responden a las palabras y las caras pero no a los coches, por ejemplo”, comenta Jesse Gomez, coautor del trabajo.

Gómez estaba interesado en probar estos hallazgos en las personas, por lo que decidió concentrarse en la exposición de los videojuegos. Recordó que cuando era un niño, pasaba incontables horas jugando videojuegos, especialmente Pokémon Red and Blue.

Basado en estudios anteriores, así como en su propia experiencia con los videojuegos, Gómez teorizó que si la exposición a una edad temprana juega un papel fundamental en el desarrollo de regiones dedicadas al cerebro, los cerebros de los adultos que jugaron Pokémon cuando eran niños deberían responder con más fuerza a personajes de Pokémon que a otro tipo de estímulos.

Pokémon no solo expone a los niños a los mismos personajes repetidamente, sino que también los recompensa después de las batallas. Además, la mayoría de los niños jugaban los juegos en la misma pantalla pequeña y cuadrada. Estos factores hacen que la experiencia Pokémon sea una forma interesante de probar el llamado sesgo de excentricidad.

El sesgo de excentricidad establece que, en el cerebro, la ubicación y el tamaño de una región de categoría dedicada depende de dos factores principales: “la cantidad de campo visual que ocupan los objetos” y si la imagen aparece en nuestra visión central o periférica.

La pequeña pantalla que usaban para jugar a estos juegos significa que solo ocuparía una pequeña parte del campo de visión de los jugadores.

Siguiendo la teoría de la excentricidad, las activaciones cerebrales preferenciales para Pokémon deberían estar presentes en la parte central de la corteza visual, el área del cerebro que procesa lo que vemos.

Los investigadores reclutaron a 11 adultos que habían jugado Pokémon extensamente cuando eran más jóvenes; Gómez también participó en el experimento. Todos los participantes se sometieron a una resonancia magnética.

Los investigadores mostraron cientos de personajes de Pokémon. Como se esperaba, los cerebros de aquellos que jugaban Pokémon cuando eran niños respondían más a las imágenes que aquellos que no habían jugado a este juego cuando eran niños.

El lugar de las activaciones cerebrales para Pokémon fue un elemento consistente entre los participantes: un área ubicada detrás de las orejas llamada surco occipitotemporal. Parece que esta región normalmente responde a imágenes de animales, y los personajes de Pokémon son similares a los animales.

Grill-Spector señala que para los padres que pueden considerar este estudio como evidencia de que los videojuegos dejan una marca duradera en el cerebro, deben considerar que el cerebro es capaz de contener muchos patrones diferentes, no solo los personajes de videojuegos.

rosgonlop
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