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Universidad de Salamanca
Gabriel Gutiérrez-Alonso
Departamento de Geología-Área de Geodinámica Interna
 
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P050

2.3.2.1. La transición de la Zona Asturoccidental-leonesa con la Zona Cantábrica: el Antiforme del Narcea

(G. Gutiérrez Alonso)

El límite entre la ZAOL y la ZC se sitúa en el Antiforme del Narcea (Julivert, 1971, Marcos, 1973) (Fig. 2.3/1), un prominente afloramiento de rocas proterozoicas que sigue de manera continua el trazado del Arco Ibero-Armoricano a lo largo de más de 70 km, desde la costa cantábrica hasta perderse por debajo del la Cuenca del Duero, para reaparecer, más al Este, en la Sierra de la Demanda. El límite actual entre estas dos zonas paleogeográficas es un cabalgamiento dúctil, reactivado de diversas ocasiones (Cabalgamiento de la Espina), que superpone rocas proterozoicas sobre rocas fanerozoicas o que duplica las rocas proterozoicas, si bien no presentan las mismas características de deformación en el bloque cabalgante (ZAOL) que en el cabalgado (ZC) (Fig. 2.3/3). Este límite supone, así mismo, el tránsito entre las zonas externas (la ZC) y las zonas internas del Orógeno Varisco en el NW de la Península.

Las características geoquímicas y geocronológicas de las rocas ígneas existentes (Gutiérrez-Alonso y Fernández-Suárez, 1996, Fernández-Suárez et al. 1998, Gutiérrez-Alonso et al., 2004), así como las edades de los circones detríticos (Fernández-Suárez et al., 2000, Gutiérrez-Alonso et al., 2003), permiten situar las rocas, durante el Proterozoico superior, en un complejo margen continental activo situado al norte de Gondwana (Fernández-Suárez et al., 2002), donde se produjo la estructura que se encuentra fosilizada por rocas cámbricas discordantes.

La estructura Varisca, más importante que se reconoce en el Antiforme del Narcea, consiste en un antiforme asimétrico (Fig. 2.3/3), con el flanco occidental altamente deformado en varios episodios, y el oriental presentando una deformación menor. Entre ambos flancos se encuentra el cabalgamiento de La Espina que supone un límite neto entre la ZAOL y la ZC y que ha sufrido diversas reactivaciones a lo largo de su historia (Aller et al, 1989; Gutiérrez-Alonso, 1992, 1996), sobre todo en su sector más meridional (Martín Parra, 1989).

La deformación varisca en el flanco occidental del Antiforme del Narcea se caracteriza por la presencia de pliegues de eje subvertical acompañados de un clivaje de plano axial que se correlaciona con la D1 descrita en la ZAOL y que ha sido datada en torno a los 340 Ma (Dallmeyer et al. 1997), sobre los que se superponen dos zonas de cizalla dúctiles de espesor kilométrico (Martín Parra, 1989), relacionadas con el desarrollo de dos cabalgamientos conocidos como cabalgamientos de La Espina y de Trones (Gutiérrez-Alonso, 1992), o de Cornombre-La Urz y del Río Omañas en el sector meridional (Martín Parra, 1989), que conllevan decenas de kilómetros de desplazamiento. La deformación interna y las fábricas miloníticas y filoníticas, junto con los clivajes de crenulación relacionadas con las zonas de cizalla (Gutiérrez-Alonso, 1992), se correlacionan con la D2 que acompaña a otros grandes cabalgamientos descritos en la ZAOL y ha sido datada en torno a los 321 Ma (Dallmeyer et al. 1997). Por último se han descrito deformaciones posteriores que afectan a las zonas de cizalla y que producen clivajes de crenulación subverticales de orientación NE-SO, en los que los micropliegues tienen ejes así mismo subverticales (Gutiérrez-Alonso et al., 1990; Gutiérrez-Alonso, 1992), y fallas normales como la Falla de Allande, que es el límite occidental del Antiforme en su sector central (Fig. 2.3/3).

El flanco oriental del Antiforme del Narcea, al Este y Norte del Cabalgamiento de La Espina presenta dos ventanas tectónicas: la del Narcea (Julivert, 1971) y la de Villabandín (Pérez-Estaún, 1971), y constituye el muro del más occidental de los mantos de la ZC, el Manto de Somiedo-Correcilla (Julivert et al. 1968, Bastida et al., 1984) en el cual se reconoce la existencia de una asociación de cabalgamientos de tipo dúplex (Gutiérrez-Alonso, 1987) (Fig. 2.3/3) generado con posterioridad al despegue principal del manto de Somiedo y que fosiliza un clivaje relacionado con pliegues de eje vertical. Este clivaje, cuya intensidad disminuye hacia el Este, de la misma manera que la deformación interna y el grado metamórfico de las rocas y (Gutiérrez-Alonso, 1996; Gutiérrez-Alonso y Nieto, 1996), se interpreta que fue originado por un acortamiento homogéneo por debajo del despegue basal del Manto de Somiedo, mediante un mecanismo de acortamiento paralelo a las capas que contrasta con el acortamiento producido fundamentalmente por cabalgamientos y sus pliegues asociados situados por encima del mencionado despegue (Gutiérrez-Alonso, 1992, 1996) dando como resultado la partición de la deformación en la transición de las zonas externas a las internas del orógeno Varisco.

El metamorfismo en este sector ha sido estudiado mediante técnicas de cristalinidad de micas blancas (Pérez-Estaún, 1978; Gutiérrez–Alonso, 1992; Gutiérrez-Alonso y Nieto, 1996; Abad et al. 2003) y se ha puesto de manifiesto un gradiente metamórfico de bajo grado desde la anquizona a la epizona en el flanco oriental que coincide con la aparición de un clivaje primario generalizado y un aumento significativo de la deformación interna de las rocas, mientras que en el flanco occidental el metamorfismo es epizonal observándose cierto incremento del mismo hacia la base de los cabalgamientos.

Los datos geofísicos permiten interpretar la estructura profunda del Antiforme del Narcea donde aparece un importante reflector sísmico, inclinado hacia el Este, que no llega a aflorar en la superficie y coincidente con una anomalía magnética positiva significativa (Aller, 1994). Su interpretación es aún controvertida (Pérez-Estaún et al., 1994; Gutiérrez-Alonso, 1995), pudiendo representar un accidente cortical de larga y compleja historia.

Figura 2.3/3. A) Mapa geológico del sector central del Antiforme del Narcea en el que se indican los principales accidentes que se mencionan en el texto. Basado en Julivert et al. (1977 a y b), Marcos et al. (1980), Bastida et al. (1980, 1984), Gutiérrez-Alonso (1987, 1992), Alonso et al. (1990), Aller et al. (1989) y Gutiérrez-Alonso et al. (1990). B) Corte geológico a través del Antiforme del Narcea. Traza situada en A.

 

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