¿CIEGOS?

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A un metro bajo tierra de poco sirven los ojos, por muy bonitos y desarrollados que sean. Los seres que viven en estos hábitats se valen de otros sentidos, como el del tacto, que en contrapartida, destaca frente al resto en cuanto capacidad sensitiva. Pero hay un topo que ha llevado al límite la “visión” nocturna a través del tacto.
Condylura cristata o topo de nariz estrellada es un pequeño mamíferotálpido que vive en Norteamérica, especialmente en la costa nordeste de Estados Unidos.
Los tentáculos nasales, de naturaleza sensitiva, están erizados de receptores conocidos como órganos de Eimer. En 1871, fueron descritos por primera vez por el zoólogo alemán Theodor Eimer basándose en el topo europeo. La posesión de dicha estructura sensitiva es común en los topos, aunque el de nariz estrellada es el que los posee en mayor número. Se sospecha que emplea la nariz para detectar la actividad eléctrica de los animales de presa. Parece que la dentición y la modificación nasal de la especie es una adaptación para capturar a presas extraordinariamente pequeñas. Un artículo en Nature, una revista científica de prestigio, indica que este animal es uno de los que más velozmente ingieren a sus presas, con un retardo de tan sólo 120 milisegundos entre cada presa viva. Su encéfalo decide en tan sólo 8 ms si la presa es comestible o no lo es: dicho tiempo roza la velocidad máxima de transmisión neuronal del impulso nervioso.
La roseta de tentáculos nasales es, por tanto, un órgano sensorial que suple los otros sentidos en el hábitat subterráneo y acuático del animal: a modo de los dedos de la mano, su precisión y sensibilidad son máximas.
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