Los primeros jóvenes que han participado este año en los Campus Científicos de la Universidad de Salamanca han conocido el método científico y han desarrollado sus propios proyectos de investigación
José Pichel Andrés/DICYT A pesar de su juventud tienen muy claro que dentro de pocos años les gustaría curar enfermedades, salvar especies en peligro de extinción o diseñar electrodomésticos inteligentes. Los Campus Científicos de Verano son una actividad que a lo largo del mes de julio lleva a cientos de alumnos de los institutos a las universidades para que se acerquen por primera vez al mundo de la investigación. El primer turno de este año finaliza hoy esta experiencia de una semana de duración, tiempo suficiente para que hayan deslumbrado a los profesores con sus ideas.
El Campus ‘Studii Salamantini’ de la Universidad de Salamanca es uno de los que se celebran en toda España y se ha dividido en cuatro talleres según las preferencias de cada estudiante de esta primera semana, que han cursado el pasado curso 1º de Bachillerato: ‘Gabinete de física’, centrado en el estudio de propiedades físicas de los materiales; ‘La unidad básica de la vida’, de Biología Celular; ‘Inteligencia artificial e inteligencia ambiental: límites en el descubrimiento’, de Informática; y ‘El tesoro de la biodiversidad’, de Zoología.
Tras una semana de experiencias prácticas en los laboratorios e incluso en el campo y con la metodología científica perfectamente asumida, los alumnos han presentado hoy diversos proyectos relacionados con las materias que han visto en los talleres. Algunas de estas propuestas bien merecerían ser desarrolladas en su totalidad para mejorar la vida de las personas, fin último de la ciencia y la tecnología.
Además, han sido propuestas realistas que podrían materializarse en un futuro, como el robot clasificador de alimentos que ha presentado uno de los grupos del taller de Informática. Su idea es diseñar una “nevera inteligente” para clasificar alimentos basándose en la lectura de códigos QR, de manera que el sistema pudiera avisar al usuario si un producto tiene próxima su fecha de caducidad, entre otros ejemplos de utilidad.
Sin embargo, las presentaciones más visuales han procedido del taller de Física, porque las complejas leyes que rigen esta ciencia en realidad se pueden explicar a través de sencillos experimentos realizados con materiales cotidianos. Por ejemplo, bastan dos vasos con agua, una regla y un lápiz para hacer una balanza que nos permita entender el Principio de Arquímedes, como uno de los grupos ha demostrado esta mañana.
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