Castro de Las Cogotas:
Cogotas I:
Característica significativa de esta cultura es la cerámica negra con una decoración particular a base de excisiones en el barro y la incrustación de pasta blanca en él, lo que proporcionaba un aspecto de resalte de los motivos geométricos (espigas, líneas y figuras en zig-zag) propios de dicha decoración. La cerámica tiene la boca abierta, troncocónica y base pequeña y plana. Es una cerámica tosca, con posible uso de cocina.
- Etapa formativa 1700 a.C.
- Cerámica Excisa y Boquique. 1550 a.C.
- Redes de intercambio 1350 a.C.
- Expansión de Cogotas 1100 a.C.
- Paulatina extinción 1000 a.C.
Cogotas II:
Es un yacimiento de la Segunda Edad del Hierro de la provincia de Ávila. Está ubicado en la zona norte del valle Amblés.
El Valle Amblés, es un corredor que separa el centro y el oeste de la Meseta, formado por el río Adaja, vía natural de comunicaciones, actualmente está en la provincia de Ávila. Tiene forma de triángulo y se compone del cauce del río encajado entre las laderas septentrionales de la Serrota y Las Parameras, que quedan al Sur del valle, con altitudes medias que oscilan entre 1.600 y 2.200, la vertiente meridional de la Sierra de Ávila y Villanueva que quedan el Norte del valle, con una altitud media de 1.600 m, para concluir, las estribaciones de la Serrota y la Sierra de Villanueva cierran el occidente, y Ojos Albos en el extremo oriental. Sobre los granitos y pizarras predominan suelos silíceos ácidos, muy erosionables, de profundidad variable, con escasa capacidad de retención de humedad y con afloramientos rocosos. Suelos de vocación ganadera, poco aptos para la agricultura. En la vega el río, gracias a los suelos aluviales ricos en minerales, aumentan las posibilidades de aprovechamiento agrícola. En los sectores más húmedos, encinas, alcornoques, fresnos y pinos piñoneros y resineros alternan con alcornoque y castaño. En cuanto a la fauna local, hoy sólo pervive la fauna autóctona en lugares muy concretos protegidos, animales como lobos, linces, cabras monteses, ciervos, jabalíes, algunas variedades de cigüeña, buitres y águilas.
El poblamiento más destacado en el valle es de la Segunda Edad de Hierro y se caracteriza por poblados fortificados, u Oppida, en las estribaciones de las sierras del valle, los más importantes son: Ulaca, con más de 70 Ha., siendo él más grande de ellos, La Mesa de Miranda con 30 Ha. y Las Cogotas con 14,5 Ha. Hay indicios de que bajo la ciudad actual de Ávila se encuentre Obila, mencionada por Ptolomeo (2,5,7), aunque los materiales hallados hasta el momento no lleven su cronología más allá del siglo I a. C.. Se observa una ocupación importante en el valle desde el Bronce Final. Por otro lado, en las zonas llanas próximas a la vega, aparecen hábitats no amurallados de menor entidad, como Muñogalindo, Padiernos o Ermita de Sonsoles, los cuales son considerados por sus investigadores como ”hábitats menores”. Los hallazgos son escasos y con materiales de superficie, por lo que no se puede afirmar que sean lugares de hábitat en todas las ocasiones. Los estudios del territorio de explotación de estos lugares, revelan una tendencia agrícola entre el 60-80% en un radio de 2 Km., ya que los suelos que ocupan son aluviales, o están cerca de las dehesas. Mientras que los castros revelan tendencias ganaderas.
Dentro del patrón de poblamiento se deben incluir las esculturas de toros y cerdos, conocidos como “verracos”. Se han interpretado de muchas maneras, dándoles un valor mágico de protección del ganado, para potenciar la reproducción, o atribuyéndoles la función de ser monumentos funerarios, ya que existen piezas con inscripciones de este tipo. Sin embargo, últimas revisiones proponen una explicación distinta y complementaria, es decir, no descartan su valor simbólico. Gran parte de las esculturas carece de contexto arqueológico claro, se localizan a varios kilómetros de los poblados y la mayoría, en zonas de buenos pastizales. El alto coste de producción de los mismos puede tener mucho más sentido si con los zoomorfos se estableciesen hitos o referencias fijas en el paisaje de los recursos críticos, como lo son los pastos invernales.
Castro de Ulaca:
Castro de Ulaca, yacimiento arqueológico de origen vetón, situado en Villaviciosa (Solosancho), en la provincia de Ávila (España).
Se encuentra ubicado en las primeras estribaciones de la Sierra de la Paramera, en su vertiente norte, sobre un promontorio elevado sobre el terreno circundante unos 250 metros, con una cota máxima de 1508 msnm, dominando perfectamente el valle de Amblés y dando vista al Pico Zapatero. El castro está encajado entre el arroyo de los Portillos y el río Picuezo, cuyos cursos sirven de protección natural.
Descripción:
Ulaca es el más grande de los castros vetones y cuenta con restos arqueológicos poco comunes como un altar y una sauna de iniciación, construidos en granito. Se halla situado en un promontorio elevado, de difícil acceso desde el que se divisa todo el Valle de Amblés en la provincia de Ávila.
Existen restos que abarcan desde la época calcolítica hasta la Edad Media, aunque serán los vetones los que dejen especial huella.
Cuenta, como elementos más destacados, la muralla de más de 3 km de longitud, levantada tardíamente a comienzos de la 2ª Edad de Hierro (S. III – II a. C.), sauna ritual o “fragua”, iglesia o torreón y el perfectamente conservado altar de los sacrificios.
Castro de la Mesa de Miranda:
El Castro de la Mesa de Miranda se encuentra en el municipio de Chamartín, a 22 kilómetros al Oeste de la ciudad de Ávila, en la vertiente Norte de la Sierra de Ávila.
Un castro vetón
La Mesa de Miranda fue un Castro habitado por vetones entre finales del siglo V y el siglo I a. C. Los datos más abundantes sobre los vetones los ha aportado la arqueología. Las referencias antiguas no son muy abundantes. Con frecuencia les sitúan en los momentos previos y durante la conquista romana, aliados, sobre todo, con los lusitanos. Con éstos se les cita asaltando ciudades del valle del Guadalquivir o atacando a las tropas romanas durante las Guerras Celtíberas (155-133 a. C.). Finalmente serán sometidos a partir de 133 a. C. aunque vuelven a ser citados tomando partido por alguno de los contendientes en las guerras civiles romanas que durante el siglo I a. C. se libran en territorio hispano. El Castro de La Mesa de Miranda debió ser abandonado, bien hacia 133 a. C. o, más probablemente, al final de las guerras civiles, cuando se lleva a cabo la estructuración de Hispania por Augusto, como parte del Imperio romano.
El recinto urbano del castro
Tiene una superficie total de 29 ha repartidas en tres recintos amurallados, ubicados en la meseta que se forma en la confluencia de dos cursos de agua menor que han excavado un profundo valle. Se trata, por tanto, de un lugar estratégico en la intersección de un paisaje serrano y el sedimentario del valle del Duero, circunstancia que le confiere un atractivo muy particular. Como consecuencia de esto las vistas por el Norte son excepcionales en todas las épocas del año.
A partir de la factura de las murallas que componen los tres recintos, se deduce que no fueron contemporáneos. El sistema defensivo fue perfectamente estudiado para que no hubiera puntos vulnerables, a la vez que fue adaptado a la morfología favorable del terreno.
El I Recinto es el más antiguo y el más grande (11,5 ha), donde previsiblemente vivió el grueso de la población. Estaba todo amurallado. La adaptación de la muralla a la topografía abrupta del sitio es un claro exponente del estereotipo de un Castro vetón. En la parte Sur, donde la muralla alcanza los 5 m de ancho, tiene dos puertas flanqueadas por torres circulares y defendidas por campos de piedras hincadas y un foso, colmatado por el derrumbe de la muralla. Una de las puertas fue cegada de antiguo, se supone que para evitar puntos vulnerables. La muralla en este punto se compone de muralla y antemuralla (doble paramento), como un sistema defensivo más.
El II Recinto fue añadido por el sur al primero. Seguramente tuvo un cometido más variado que el anterior, dedicándose, además de a vivienda, a albergar zonas de producción y almacenamiento, así como recoger los ganados en caso de necesidad, se puede considerar uno de los primeros polígonos industriales de Europa ya que todos los talleres de artesanía se trasladaron a este Recinto. Destaca una gran torre circular que defiende la zona Sur, donde hay instalado un mirador actualmente.
El III Recinto pudo construirse durante las Guerras Celtibéricas (155-133 a. C.) o en las guerras civiles (siglo I a. C.). Supone un complemento defensivo por el Este de los recintos primero y segundo. Construido con piedras de gran tamaño supone una diferencia muy clara respecto a los otros dos, sobre todo el primero. Prueba clara de su posterioridad es que invadió parte de la Necrópolis.
La necrópolis de la Osera
Se encuentra inmediata al Castro por el sur, en una explanada muy propicia.
La Necrópolis estaba dividida en seis zonas bien definidas unas de otras y presididas por un hito de piedra vertical. Tal cosa es posible que obedezca a la división en linajes o castas que componía la sociedad del Castro. Estudios recientes han puesto de manifiesto que los hitos que presiden cada una de las zonas en que se define la Necrópolis guardan la misma alineación que la constelación celeste de Orión, circunstancia que estaría indicando detalles de las creencias en el más allá que tenían los habitantes de la Mesa de Miranda.
Castro de El Raso:
El castro de El Raso es un asentamiento vetón situado en el municipio de Candeleda (Ávila, España), concretamente en una zona denominada “El Freíllo“, próxima a la pedanía de El Raso. Consta de varios recintos amurallados distribuidos en al menos tres zonas próximas entre sí, abarcando una superficie total de unas 20 ha. Parte de los hallazgos arqueológicos encontrados se encuentran en el Museo de Ávila, constituyendo lo que se denomina el tesorillo de El Raso, compuesto por algunas piezas y monedas de plata.
En el castro se ha rehabilitado dos de las viviendas para dar cobijo a un centro de interpretación que ofrece información sobre el yacimiento.
Descripción:
Situado en un paraje montañoso, rodeado por la sierra de Gredos y con vistas al cercanísimo pico Almanzor. Al ser estas montañas de clima más húmedo, prosperan los helechos y los robles. Aunque estos últimos no sean tan predominantes como en épocas anteriores, todavía hay un número considerable de ellos. Su excepcional situación sobre la garganta y el río Alardos no sólo lo hacen un lugar de gran belleza, si no también estratégico y fácil de defender.
Se trata de un castro vetón de la Edad del Hierro que ocupa una destacada posición sobre la garganta del Alardos que le sirve de foso, su parte alta está totalmente protegida por un fortín y hacia la llanura conserva restos de una muralla. Esta estratégica posición permitía controlar la parte baja y los accesos a los pastos de la Sierra de Gredos.
Ocupado desde finales del siglo III a. C. hasta mediados del siglo I a. C., momento en que se abandona de forma forzosa,debido a la conquista romana .A partir de este momento la mayor parte del poblado es destruido y sus murallas inhabilitadas por los romanos lo que hace que sus habitantes se vean obligados a trasladarse a las zonas llanas del valle,dando lugar al progresivo abandono del lugar. Se trata de una construcción ex novo, ya que se ha localizado un poblado anterior, en llano y sin murallas, en una zona cercana, El Castañar, que fue destruido. Con este poblado se relaciona la necrópolis, cuya cronología abarca desde el siglo V hasta el siglo III. a. C. La necrópolis de El Raso no se ha localizado.








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