Escucho en mi programa de Radio favorito “No es un día cualquiera” al presidente de AUSBANC, del que me declaro ferviente admirador, que resulta que no sé por qué motivo (qué más da…) a la Banca JPMorgan se le ha impuesto una multa de la nada desdeñable cantidad de 60 millones de eurazos. No ha el caso, como digo, la causa: pero por algo será.
Lo que me “fascina” de la noticia es que dicha multa ha sido reducida en 40 millones de eurazos (o sea, que se le ha quedado la cosa en 20… que aún asi pagaremos todos, ya verán…) porque la Banca en cuestión ha mostrado su arrepentimiento.
Me resulta más que curioso el tema porque un día sí y otro también sabemos de familias a las que se ha ejecutado su hipoteca (y avales) por falta de algún pago, cosa que en ningún modo hubiera ocurrido de no existir causas sobrevenidas e imposibles de imputar a la voluntad de los hipotecados. Esto, sin embargo, no parece valorable. Es decir: no vale “arrepentirse” de haber comprado una casa ni tampoco vale alegar una causa sobrevenida del impago.
Esto va en serio, señores. La vida, en general, va en serio. La noticia en cuestión me recruje aún más el cerebro cuando, además, hace unos días he tenido noticias de que tales problemas económicos han llevado a una persona de no lejos de mi entorno, al suicidio.
No lo quiera su destino, pero si usted un día se encuentra en este brete, no se arrepienta, amigo, le va a dar igual. Ni usted ni yo somos la Banca.









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