Durante los últimos años se han producido terribles accidentes en aviones diseñados por Airbus (A330) y por Boeing (787 Max 8), los dos fabricantes más importantes del mundo en el sector aeronáutico. Estos aviones destacan por el uso extensivo de automatismos y por estar diseñados bajo una nueva filosofía de vuelo en la que el piloto (hombre o mujer) queda relegado a un papel secundario en el control del avión en favor de los ordenadores y sistemas de control. Esta circunstancia ha generado un intenso debate sobre la conveniencia de automatizar el pilotaje del avión.
Si bien está demostrado que los automatismos permiten mejorar la eficiencia y aliviar la carga de trabajo del piloto durante la fase de vuelo (lo cual redunda en una mayor seguridad), también es cierto que se ha generado una dependencia de la tecnología que, para algunos, podría llegar a ser excesiva. Los pilotos se quejan de falta de control sobre el avión en caso de sufrir situaciones anómalas y de una formación inadecuada en el uso de estas tecnologías.
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