ELPAIS 06/03/2020 [Noticia seleccionada y comentada por Laura López Cembellín. Grado en Trabajo Social]
La noticia nos cuenta la historia de una ex jornalera marroquí, que padeció un ictus mientras ejercía su labor recogiendo fresas en los campos de Huelva. La empresa y los servicios sanitarios no han querido ofrecer declaraciones acerca de lo ocurrido mientras que, la protagonista, Drissiya, ha sufrido grandes secuelas debido a que ningún miembro de la empresa la llevó a un centro médico de manera precoz.
Una mañana, Drissiya se levantó y su cuerpo no le respondía, pero a pesar de la gravedad de su estado, los encargados atribuyeron su malestar a la fatiga producida por el trabajo en los campos de fresas. Sus peticiones no fueron atendidas hasta horas más tarde y la única “cura” que le otorgaron fue la de proporcionarle unas pastillas para dormir e inmediatamente prepararon su retorno a la finca. Dos días después, unos compañeros, volvieron a consultar su estado con el mismo centro médico.
La historia de Drissiya es solo un ejemplo de las pésimas condiciones a las que están sometidos los marroquíes que trabajan en estos campos. Se les insulta y grita constantemente y se les exige que paren de trabajar cuando los encargados consideran que no están esforzándose lo suficiente, lo que conlleva un día de trabajo perdido con su respectiva pérdida de sueldo, algo que estas mujeres marroquíes no pueden permitirse. El dinero que ganan durante esos 3 o 4 meses en los que son contratadas les permite seguir adelante durante el resto del año, vienen arrastradas por la pobreza y aguantan todo tipo de situaciones para poder mantener a sus familias.
Tras los 13 días de ingreso hospitalario, ni los consultores del PRELSI, Plan de Responsabilidad Ética, Laboral y Social de la Interprofesional de la Fresa y los Frutos Rojos de Andalucía (Interfresa), ni las mediadoras de Mujeres en Zona de Conflicto (MZC), que también realizaban tareas de intermediación entre la empresa y las jornaleras, la informaron sobre sus derechos.
En primer lugar, con esta noticia nos cuestionamos acerca de cómo ciertas empresas se aprovechan de “mano de obra barata” extranjera, sometiendo a estas personas a pésimas condiciones de trabajo y sueldos mínimos. En la propia noticia se especifica que es el sector peor pagado y que las únicas personas que aceptan acceder a ese empleo son extranjeras, además les imponen condiciones que no figuran en ningún documento oficial, como el requisito de que tengan hijos a cargo para garantizar que retornen a su país de origen.
Por otro lado, si observamos ciertas características, podemos plantearnos si de verdad se trataría de una situación de migración la de estas personas marroquíes, ya que una de las condiciones para que se considere un movimiento migratorio, es que haya una intención de permanencia en el país en el que vaya a residir. Unido esto a que las propias personas marroquíes que trabajan admiten haber sufrido insultos constantes y condiciones deplorables, podemos deducir que no tenían intención de permanecer en el país, más bien, vienen arrastrados por una situación de pobreza y de precariedad laboral.
https://elpais.com/elpais/2020/03/05/planeta_futuro/1583409858_275232.html