La Vanguardia (30 de enero de 2019).
Gobierno holandés acuerda reconsiderar la expulsión de 700 niños refugiados.
Alumnos: Clément Touzé-Million, Andrea Larito & Cathalijne Fernhout (MEL, 2018-2019).
Resumen:
A finales de enero de 2019, el periódico español La Vanguardia publicó varios artículos acerca de un suceso que ha tenido, tanto en los Países Bajos como en el extranjero, una fuerte resonancia, no solo por ser un hecho relacionado con la migración sino también por afectar a la “inocencia” de los niños migrantes. La noticia seleccionada se titula “Gobierno holandés acuerda reconsiderar la expulsión de 700 niños refugiados.” El texto se enfoca en un acto de resistencia realizado por una iglesia protestante de La Haya, que organizó tres meses ininterrumpidos de misa para evitar la deportación de tres niños hacia su país de origen, Armenia. La protesta de la iglesia llevó a los políticos a tomar consciencia de la urgencia de la situación y de la necesidad de reabrir el debate acerca del llamado “perdón a los niños.” El “perdón a los niños”, o kinderpardon en neerlandés, consiste en una medida legislativa que otorga el permiso de residencia a los niños, hijos de migrantes, que llevan un mínimo de cinco años en el país y que están demasiados radicados en la sociedad para que puedan ser expulsados. No obstante, los requisitos para acceder al kinderpardon son particularmente estrictos, y prevén por ejemplo que la familia del niño debe haber “cooperado con los esfuerzos para ser deportados.” Como consecuencia, muchos menores de edad quedan excluidos del “perdón a los niños.” Tras largos debates, los cuatro partidos de coalición lograron finalmente llegar a un acuerdo y evitar de este modo una crisis de Gobierno. El acuerdo preveía reconsiderar las órdenes de expulsión de los 700 niños migrantes, y acortar los trámites para evaluar las solicitudes de asilo, esperando de esta manera impedir nuevos casos problemáticos en el futuro.
Comentario:
No es la primera vez que ese tema afecta al país y llegan a los periódicos. Ya en octubre de 2011 y en septiembre de 2018, los casos de Mauro, de Angola, y de Lili y Howick, de Armenia, suscitaron una fuerte polémica en los Países Bajos. En efecto, el “perdón a los niños”, que en primera instancia fue acogida de manera positiva por gran parte de la sociedad civil y de los partidos progresistas, mostró rápidamente sus límites, empezando por el mismo nombre. “Perdonar” consiste en hacer una excepción a la regla. Debido a que los requisitos son extremadamente estrictos, la decisión de otorgar o no el permiso de residencia se ha vuelto arbitrario y depende muchas veces de la conmoción de la opinión pública. Tanto Mauro como Lili y Howick pudieron quedarse en el país después de protagonizar los titulares de la prensa neerlandesa. No obstante, ¿cómo explicar que, en un Estado de derecho, algunos niños tienen derecho al perdón, y otros no? Podríamos añadir, además, que, para hablar de “perdón” y “amnistía”, debe haber crimen previo que se puede perdonar. De este modo, se da paso a una criminalización de la migración que parece en fuerte disonancia con la temprana edad de los sujetos implicados. El problemático nombre del kinderpardon es un tema paradójicamente ausente del debate público neerlandés que, no obstante, apunta a un problema esencial: la concepción del mismo fenómeno de migración infantil como una forma de infracción.