Participo en un magno y veterano proyecto de investigación sobre un autor teatral, que ha producido destacados resultados en los últimos 20 años; en la última reunión virtual que mantuvimos se abordó, entre otros aspectos, la preparación de los textos para permitir su tratamiento con herramientas de búsqueda que permiten ajustes muy finos de qué buscar y dónde. Los ejemplos que se proponían realmente eran magníficos, aunque todavía estábamos lejos de conseguir la implementación perfecta del sistema de recuperación de la información. Aprendí mucho en esa reunión; confieso que pensaba que la hipermarcación, como se hacía años ha, era un trabajo manual y complejo, pero nos comentaron que posiblemente existe un programa que la realiza automáticamente. El problema, claro, es la financiación, en todas sus fases: desde la preparación al mantenimiento, sin dejar de lado el pequeño problema de la edición crítica de los textos y su anotación. Las humanidades digitales son un gran instrumento de trabajo, pero siguen precisando de la labor del filólogo, por más que existan incluso interesantes programas que permiten el reonocimiento y colación de impresos antiguos; pero siempre aparece el escollo de la calidad de reproducción del original a partir de la cual se elabora ese reconocimiento o necesidad de aplicar la experiencia del editor que explique un problema textual. Claro que se puede construir un algoritmo que solucione esos problemas, pero quienes se dedican a ello tienen unas prioridades muy distintas de las filológicas.
Posiblemente sorprenda, a quienes conocen mi confianza en la tecnología para nuestros trabajos desde hace décadas, mi escasa fe en las posibilidades, a corto plazo, de estas interesantes y útiles iniciativas. Tengo la sensación de que estamos esperando ahorrar tiempo con la mecanización de algunas de nuestras labores, sin percibir que la revolución digital ha terminado con uno de los mayores escollos que encontramos cuando nos entregamos a esta vocación, más que profesión: la disponibilidad inmediata de fuentes y estudios. Ese aspecto se valora poco, o nada, en la apreciación de las humanidades digitales y, aunque no sea producto enteramente suyo, sí que gestiona en algunos casos con enorme eficacia un volumen de información abrumador.
En ese sentido me parecen muy útiles y de aplicación inmediata dos iniciativas ligadas al teatro clásico que han aparecido en los últimos dos años: EMOTHE y ASODAT.
La primera aborda : «[…] aborda el estudio, edición, y difusión del teatro clásico europeo de los siglos XVI y XVII, sus textos y su práctica escénica, considerado como patrimonio cultural de Europa […] El proyecto no trata de construir una historia del teatro, sino de insertar los textos del teatro europeo, las traducciones de los mismos a otros idiomas, la historia y la memoria de sus representaciones, los datos y documentos que los identifican, y los recursos y estrategias para conocerlo y estudiarlo, en el centro del sistema cultural europeo de referencias». Ello se concreta en la Biblioteca digital EMOTHE («Repertorio que incluye obras pertenecientes a cinco tradiciones básicas de la primera modernidad del teatro europeo (la italiana, la inglesa, la francesa, la portuguesa y la española), así como traducciones y adaptaciones») integrada hasta el momento por 142 textos que emplean el sistema de presentación desarrollado en ARTELOPE, la Base de datos EMOTHE («[que] facilita información sobre las piezas seleccionadas del teatro europeo de los siglos XVI y XVII»), donde por el momento hay 51 registros. Este segundo producto me parece muy interesante porque combina la recopilación de información bibliográfica del texto, ediciones y traducciones, junto con una sucintísima bibliografía, con el enlace al texto que se encuentra recogido y tratado en la otra sección del proyecto. Obviamente, es un trabajo en marcha y podrán implementar el aumento de la parquísima bibliografía selecta o conseguir que se marquen los principios de estrofa en los textos enlazados. Pero eso son minucisas en comparación con el resultado del esfuerzo de echar a andar un proyecto que se actualizará, con seguridad, para llegar a ser un referente de los estudios del teatro clásico.
La segunda base de datos, ASODAT, «es un proyecto coordinado que reúne a varios grupos de investigación, y tiene como finalidad la articulación de la información contenida en bases de datos relacionadas con el teatro clásico español y su documentación». El acierto pleno es que se trata de «una herramienta estable, que por su estructura permite la ampliación de las bases de datos integradas con nueva información, y a la que se pueden ir incorporando otras nuevas, a partir de un protocolo de trabajo que hemos creado». A día de hoy incluye:
CATCOM («calendario de representaciones en España desde mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XVII»).
CLEMIT reúne información «[…] acerca de la censura de centenares de obras dramáticas españolas de los siglos XVI-XIX, con especial atención al teatro del Siglo de Oro: licencias, aprobaciones, censores, prohibiciones inquisitoriales, intervenciones sobre los textos, etc. En cada uno de los registros de título se ofrecen tanto los datos básicos separados por campos (fuentes primarias, bibliografía, temas) como las fichas completas de lectura de cada una de las obras analizadas]».
DMP (Digital Música Poética) que recoge «vo es recoger toda la información literaria y musical sobre la poesía cantada, bailada y musicada en el teatro español del Siglo de Oro».
Manos Teatrales, que persigue «el análisis y la diseminación de información sobre los manuscritos del teatro clásico español de finales del XVI principios del XVIII conservados en diversas colecciones europeas y americanas».
En definitiva, tan importante como el tratamiento de la información es, hoy por hoy, el acceso en sí mismo a la información. Las iniciativas variadas y prometedoras de los responsables de los grupos de investigación que invierten su esfuerzo y su tiempo en ellos están poniendo a disposición de los investigadores unos materiales magníficos que hace nos pocos años sólo en sueños podrían haber estado a disposición de los investigadores.
Todos los datos entrecomillados proceden de las páginas de los proyectos.