
El Mundial de Sudáfrica ha sido el último de los éxitos de un deporte español que fascina al mundo. El trono del fútbol se interpreta como la última conquista, la que completa un dominio que se extiende por baloncesto, motor, tenis o ciclismo, por citar sólo a los deportes más populares, aunque hay muchos más.
La Gazzetta dello Sport analizaba en su edición de ayer, y en páginas centrales, el éxito español: “Era lo que faltaba. Con el Mundial de fútbol la edad de oro del deporte español está completa, total. Atrás quedan décadas de pesimismo, de fatalismo y de un complejo de inferioridad que ha frenado al país”.
Filippo Maria Ricci, autor del reportaje, pone fecha al principio del cambio: “Al final de la dictadura de Franco el país era pobre y estaba desilusionado. El deporte ha contribuido al crecimiento de España y ha demostrado que se puede competir con los mejores de manera constante, no ocasionalmente, como hizo ese cuarteto que formaron Bahamontes, Santana, Nieto y Ballesteros. Campeones sin continuación, estrellas solitarias en el firmamento gris de la dictadura”.
Scariolo incide en la misma idea: “El deporte fue usado como un canal para hacerse aceptar por el mundo después de la dictadura de Franco. Tampoco olvidemos la inversión que siguió al boom económico y la importación de técnicos y jugadores extranjeros”.
Para La Gazzetta, “el empujón vital llegó en los Juegos de Barcelona, donde el país consiguió 22 medallas, récord aún no superado, y dio la vuelta a la página. Los Juegos coincidieron con la creación del primer plan ADO, proyecto de ayuda a los deportistas que todavía hoy funciona: en 2010 ha repartido 10,6 millones a 357 deportistas y el 60% de esa cifra es financiación privada”.

El diario italiano destaca la creación de infraestructuras como otra de las claves del “milagro español”. “Con los Juegos nace el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat y se comienza a pensar que un deportista español puede brillar en cualquier disciplina (…). Las tres líneas que guían el plan del Gobierno con el deporte son las infraestructuras, la tecnología y la financiación”.
La coincidencia de talentos españoles merece capítulo aparte. “En Barcelona, Cataluña, en 1980, nace Pau Gasol. Un año después, en Oviedo, Asturias, lo hace Fernando Alonso. En 1982 en Pinto, ciudad del cinturón de Madrid, ve la luz Alberto Contador. En 1986, en Mallorca, Islas Baleares, llega al mundo Rafa Nadal. Ellos representan en el mundo la gloria del deporte español”.
“Tenemos altura (Gasol), fuerza (Nadal), precisión (Alonso), resistencia (Contador) y ahora también tenemos gol. Somos, quizá, una de las mejores generaciones de todos los tiempos y debemos gozarlo, compartirlo, ser y hacer felices a los demás. La frase no es banal y pertenece a Jorge Lorenzo, clase del 87, y el hombre del pokerísimo. Él es el quinto as que está por salir de la mano ibérica para destronar a Valentino Rossi”.






