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Economía colaborativa y nuevas formas de empleo

La aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación está conduciendo a la creación de nuevas formas de relación laboral. Se trata de muy diferentes figuras que aprovechan nuevas opciones de conectividad y que suelen colocarse bajo la etiqueta de gig economy o economía colaborativa. Aunque se trata de un conjunto muy heterogéneo en todas ellas confluyen dos tipos de novedades, muchas veces de modo simultaneo: nuevos modelos de la relación laboral entre el empleador y el empleado o entre el cliente y el trabajador; y nuevos patrones de trabajo, es decir, nuevas maneras en las que se realiza el trabajo.

Hay dos nuevas formas de empleo que están atrayendo mucha atención (De Stefano, 2106): el trabajo colaborativo en línea a través de plataformas o crowdwork y el trabajo bajo pedido a través de aplicaciones móviles (work on demand via apps). La primera supone la realización de tareas a través de internet y tanto trabajadores como clientes pueden estar en cualquier parte del mundo. La segunda pone en conexión la oferta y la demanda de unas ciertas actividades gracias a las aplicaciones y, por tanto, tienen mayor dimensión local. Ambas formas de trabajo pueden reducirse a microtareas (en especial, la primera) que se realizan sólo de una forma ocasional por parte de los trabajadores o convertirse en un trabajo a tiempo completo para el trabajador atendiendo a multitud de empresas.

La gran flexibilidad que estas formas de trabajo proporcionan a la empresa deben salvar el problema de la coordinación de tareas. Su expansión es posible que sea amplia en aquellas tareas fácilmente divisibles y con bajos costes de coordinación. Sin embargo, cabe pensar que tenderán a ser un apoyo parcial en tareas más complejas que requieran una coordinación constante, como en el trabajo en equipo que requiere la presencia física de varios trabajadores en un determinado lugar.

En términos cuantitativos existe poca información sobre cuántos trabajadores están involucrados en estas nuevas formas de empleo. Smith y Leberstein (2015) han compilado una serie de datos sobre la cantidad de trabajadores vinculados a las principales plataformas. En el caso del crodwork de ámbito internacional Amazon Mechanical Turk aglutina a medio millón de trabajadores, Crowdflower a 5 millones, Crowdsource a 8 millones y Clickworker a 0,7 millones. No obstante, resulta difícil conocer la extensión de estas nuevas formas de empleo en cada país. Katz and Krueger (2016) calculan que los trabajadores que proporcionan servicios a través de intermediarios en línea supusieron el 0,5 por cien de todos los trabajadores en Estados Unidos en 2015. De Groen y Maselli (2016) estiman que en la Unión Europea había a finales de 2015, 65.000 conductores Uber activos y unos 100.000 trabajadores activos en toda la economía colaborativa en la Unión Europea, un 0,05 por cien del total de trabajadores.

Hay que tener en cuenta que es muy posible que una parte de quienes participan en la economía colaborativa no lo hagan como única actividad, pues ese es precisamente uno de los posibles atractivos de esta forma de empleo. Puede ser que se compatibilice con alguna forma “tradicional” de contratación o con trabajo en varios tipos de plataformas. Estas formas de trabajo parecen situarse a medio camino entre la relación asalariada y el empleo autónomo, una zona en la que también están los autónomos dependientes (por trabajar casi en exclusiva para un solo cliente). Surge, pues, la cuestión de cómo debe hacerse la cobertura de los riesgos habitualmente asegurados en el caso de los asalariados y de los autónomos. Existe el riesgo de quedarse desprotegido en esa tierra de nadie entre el empleo por cuenta ajena y por cuenta propia. También podría suceder que las nuevas formas de empleo de la economía colaborativa se desarrollen de forma “parasitaria” respecto de las relaciones laborales “tradicionales”, en las cuales se obtendría la protección y cobertura ante las situaciones mencionadas, quedando las nuevas formas de empleo como meros sobresueldos, al modo en que muchas veces se da el empleo en el servicio doméstico.

Sin embargo, conviene no olvidar que las nuevas formas de empleo también pueden abrir oportunidades de trabajo para personas que viven en zonas donde no hay otras opciones disponibles, como en muchas áreas rurales de las economías en desarrollo (De Stefano, 2016).

 

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