Una metodología muy utilizada en el derecho administrativo es el analisis histórico-dogmatico de las instituciones y conceptos, por que ni aquellas ni estos han sido siempre identicos ni se han utilizado exactamente con la misma finalidad. Si aplicamos aquellos presupuestos a los conceptos de utilización corriente en la actualidad, contribuiremos no poco a aclarar de qué hablamos.
Es útil, antes nada, recordar brevemente la evolución de la “terminología” pedagógica en los últimos 30 años:
http://eur-lex.europa.eu/JOHtml.do?uri=OJ:C:2004:104:SOM:ES:HTML
Primero: “Proyecto docente“. Se recordará que gracias a la LRU (L ey Organica 11/1983, arts. 35 y siguientes) la elaboracion y defensa de un “Proyecto docente” vino, en parte, a sustituir a la “Memoria sobre el concepto método y fuentes” de la disciplina, como requisito para el acceso a los cuerpos de docentes universitarios. Con ello, este nivel docente se asemejaría a las exigencias establecidas para el acceso al entonces llamado cuerpo de profesores de EGB, en cuyo primer ejercicio, a mediados de los ochenta, se exigía -después de que, en desarrollo de la Ley General de Educacion se adoptaran los llamados “Programas Renovados”- un proyecto pedagógico didáctico de caracter curricular .
A la hora de elaborar, por tanto, los “Proyectos Docences” para participar en las pruebas de acceso a Cuerpos Docentes Universitarios, comenzamos por tanto, a “trasladar” la literatura que siguió a la “programación” en la EGB.
Pero allí, el Proyecto docente era, ante todo una descripción de la situacion de partida, y una enumeración de las acciones docentes ( actividades) que se pretendían realizar para conseguir los objetivos operativos, finales y actitudinales, que eran las tres dimensiones que se enumeraban en relación a cada area.
Alguno de los Proyectos Docentes Universitarios, ademas de incorporar el “Programa” de la asignatura propuesto, reflexionaron sobre los objetivos de la docencia de cada materia en cada titulacion universitaria, y diseñaron acciones singulares dirigidas a su cosecución, pero la metodología docente continuó, por largo tiempo, asentandose en la clase magistral (expliacion teórica) y en las clases prácticas que, como mucho, supoían la incorporación de casos prácticos al curriculum del alumno, entendiendo que con tal complemento, aquél adquiriria ciertas habilidades (lectura comprensiva, manejo de információn, habildades terminológicas y de expresión…) necesarias para el desempleño real de los saberes adquiridos.
No puede decirse, en general, si hemos de ser sinceros, que aquellos “Proyectos Docentes” fueran, en el caso de la docencia universitaria muy relevantes, más alla del puro “trámite” para el acceso a la función pública docente.
En consecuencia, no siempre la traslación de terminologías resultó ser útil, aunque ya se apuntaba, al menos, cierta preocupación por el qué se estaba enseñando y cómo se estaba enseñando
Segundo: “Competencias”. La noción procede, como es sabido, del campo del estudio del lenguaje (CHOMSKY) y del mundo de la formación profesional y empresaria, y pasa después al campo educativo por obra de la UNESCO, la OCDE, la OEI, y en Europa, la U.E. , que imponen un “enfoque por competencias” (imediatamente ligado con “habilidades para la vida”) del proceso educativo, ante el ritmo acelerado y constante de los cambios en el mundo actual.
Se trata, por tanto, de que el discente adquiera un conjunto de capacidades y básicas que le permitan responder a demandas complejas de la realidad, adoptar decisiones con autonomia y responsabilidad en el entorno laboral y social en el que esta llamado a actuar.
De las competencias se ha dicho: En los debates generales, el término “competencia” se emplea a veces como mero sinónimo de vocablos habituales como “conocimientos” y “aptitudes”. Tener una competencia significa sin más que la persona ha adquirido los conocimientos y aptitudes definidos en el plan de estudios y que el alumno puede demostrarlo sometiéndose a una prueba. Desde el punto de vista general, un plan de estudios basado en competencias establece las tareas concretas que cabe exigir al alumno al término del adiestramiento. Varios países de la Unión Europea entienden por competencia la “capacidad de aplicar los conocimientos y las aptitudes” (Eurydice, 2002), con lo cual ponen de relieve la facultad de hacer uso activo de lo aprendido en situaciones nuevas. En una reciente publicación de la OIE y la UNESCO se constata que el concepto más habitual de competencias es una articulación coherente de conocimientos, aptitudes, valores y actitudes aplicada a situaciones de la vida cotidiana (Rychen y Tiana, 2004). Responde a este concepto la reforma prevista de la educación básica (de ciclo primario, secundario elemental y secundario superior) de Noruega: “Cabe definir la competencia como la capacidad de utilizar los conocimientos y aptitudes de forma eficaz y original en el marco de situaciones interpersonales que comprenden las relaciones con otras personas en contextos sociales, así como en entornos profesionales o relativos a una materia en concreto. La competencia es producto tanto de las actitudes y los valores como de las aptitudes y los conocimientos.” (NOU 2003:16). Según esta interpretación del concepto, el término “competencia” abarca por igual la voluntad y la capacidad del alumno de emplear la preparación adquirida para actuar en situaciones nuevas. “La competencia constituye … el fundamento de la originalidad, los planteamientos deontológicos y el ejercicio del juicio …” (Rye y Torbjørnsen, 2004). (Las competencias para la vida y sus repercusiones en la educación.HALFDAN FARSTAD.Instituto Nacional de Tecnología. Oslo Noruega)
De las muchas críticas que se han realizado a este enfoque “basado en competencias”, pese al reconocido fundamento en el actual conocimiento del aprendizaje (éste sólo existe, en realidad, como un “saber hacer”), destaca la que apunta hacia el enfoque acrítico frente a la realidad que puede darse al proceso de aprendizaje, al sesgo hacia la acomodación a las situaciones nuevas planteadas “por que se saben manejar”, sin la distancia crítica que podría prestar un saber conceptual en la manera de solucionar los problemas nuevos.
Parece, sin embargo, que el concepto ha llegado para quedarse por un tiempo en la teoría pedagógica.
Los Proyectos Docentes, cuando se adopta en el sistema educativo el enfoque basado en competencias, han de tomar un nuevo contenido, pues aspectos antes abandonados ( la metodología docente) pasan ahora a primer plano: Formar en competencias es forzar al discente a desarollarlas.
Es obligarse, como docente, a tarbajarlas.
Véanse, las competencias fundamentales en las que debe formarse un docente, en estos tiempos interesantes:
http://www.youtube.com/watch?v=p42jJasVHDw&feature=related
Sobre la formacion universitaria en competencias, es decisivo el articulo de Joan Rue
Formar en competencias en la universidad, entre la relevancia y la banalidad



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