Sí, el pasado domingo 14 de octubre, no pude evitarlo, yo fui uno de los que estuvieron pendientes del salto de Baumgartner. Interesadísimo en ver como una persona tenía el valor suficiente para lanzarse desde 39 kilometros de altura, en ver como una persona sin ayuda de ningún artificio alcanzaba la velocidad del sonido, y todo aquel circo que envolvía aquel salto…
El acontecimiento en sí era peliculero al máximo, la épica, ya saben, pero esta misión superó nuevamente la ficción. No estamos hablando de ciencia-ficción, no se trata del guión de‘Armageddon‘, ni de ‘Planeta Rojo‘, ni ‘Space Cowboys‘ o ‘Prometheus‘, no, esto es otra cosa, una locura de un amante de los deportes de riesgo que quiere subir alto y tirarse, romper la barrera del sonido como el que se va el fin de semana de puenting, rafting o demás actividades terminadas en -ing, y batir récords
La retransmisión fue todo un éxito. La misión también. Más de dos horas y media de ascenso y poco más de cuatro minutos de caída libre desde la estratosfera, superando la barrera del sonido y alcanzando 1.342 kilómetros por hora en el descenso. Batidos tres récords y con un vuelo sin complicaciones (aunque durante unos segundos se vivieron unos momentos críticos), Baumgartner tomó tierra y saludó feliz.
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