Desde la aparición de los ordenadores, han ido desarrollándose de forma paulatina nuevos sistemas informáticos capaces de llevar a cabo diversas funciones.
Los primeros en aparecer son los Sistemas de Procesamiento Electrónico de Datos (EDPS) que provocan la informatización de las tareas de contabilidad o nómina, y ligados a éstos encontramos los Sistemas de Procesamiento de Transacciones (TPS) que suponen la informatización de los procesos de compra y venta.
Más tarde aparecen sistemas encargados de analizar y gestionar los datos recogidos por los anteriores. En primer lugar, encontramos los Sistemas de Información para la Gestión (MIS) dedicados al control operativo y capaces de generar informes. Seguidamente se desarrollan los Sistemas de Automatización de Oficinas (OAS) diseñados para incrementar la productividad de los trabajadores de oficina y compuestos por procesadores de texto, hojas de cálculo, correo electrónico, agenda… Por último, nacen los Sistemas de Soporte de la Decisión (DSS) que permiten procesar y modelar la información para apoyar la toma de decisiones.
Después de todos estos avances, lo único que faltaba era crear un sistema informático que hiciera la tarea de un ser humano. Así surgieron los Sistemas Expertos (ES), sistemas de consulta que a partir de la Inteligencia Artificial proporcionan a los usuarios conclusiones sobre materias especializadas como las que darían humanos expertos.
Finalmente, se crean los Sistemas de Información para la Dirección (EIS) que reúnen los avances de todos los anteriores e incorporan el uso de técnicas creativas de colaboración con los directivos para la correcta definición de los problemas.







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