Flipped Classroom. El poder del aprendizaje implícito.

Una de las últimas prácticas metodológicas que se nos ha mostrado en clase es la conocida como “Flipped Classroom”. Consiste en que el alumno trabaje los contenidos y conceptos primeramente en su casa, dejando para el aula actividades que involucren un orden didáctico superior. Las ventajas de esta forma de plantear la enseñanza son numerosas, pero aquí me centraré en lo que a priori podría parecer un inconveniente, y que quizá no lo sea tanto. Y es que, ¿qué sucedería si un alumno no tiene ni idea del tema que se le plantea? ¿Estaría perdiendo totalmente el tiempo de trabajo en su casa?

Pensando en ello recordé un experimento llevado a cabo por Jonathan Cohen en la Universidad de Pittsburgh, donde se ponía en relieve la importancia del aprendizaje implícito, o dicho de otro modo, de la capacidad del cerebro para aprender sin que la persona sea consciente de ello. Bien es verdad que muchas tareas dependen fundamentalmente de un aprendizaje explícito, pero en ciertos experimentos se ha demostrado cómo una vaga sensación de familiaridad hace que hechos, personas u objetos identificados como conocidos nos permitan aprender reglas de cierta complejidad.

En el experimento al que me refería antes se le mostró a un grupo de voluntarios una secuencia de muchos cientos de letras, advirtiéndoles que dicha secuencia seguía ciertas reglas. Por ejemplo, en

HDSSOHDFSSAHD

una H siempre va seguida de una D, la S siempre se repite y después va seguida de una vocal, a su vez a las vocales les sigue una H, etc. Sin embargo, a los voluntarios no se les explicaban estas reglas y se les pedía que adivinaran el siguiente elemento de la cadena. Los participantes calificaron esta prueba como frustrante, como si cada respuesta fuera una simple conjetura, pero en realidad los resultados demostraron que habían asimilado satisfactoriamente las normas. Ni que decir tiene que los voluntarios quedaron asombrados ante sus resultados.

Entonces, la pregunta inicial quizá quede así respondida. Un alumno que dedica su tiempo a un conjunto de conceptos que desconoce y que se esfuerza por asimilar, pese a que no los aprenda de manera explícita, a un nivel inconsciente su cerebro está trabajando en su aprendizaje implícito. En consecuencia, la sesión posterior que se dedicara en el aula tendría una mayor eficiencia, pues tanto por la mayor concreción de las dudas del alumno como por el hecho de que su cerebro ya tendría asimilada una parte de la información, los tiempos de aprendizaje se verían notablemente reducidos.

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