Precisamente en el final de los partidos es donde reside una de las claves más curiosas del rugby. En el famoso tercer tiempo. Oficialmente un partido posee dos partes de 40 minutos cada una, más el tiempo de descuento, los tiempos suplementarios o cualquier otra disposición especial. Pero con el pitido final del partido, comienza el tercer tiempo. ¿Qué es eso? El equipo local invita al equipo visitante a comer y a beber para comentar el partido y confraternizar entre los dos clubs. En este tercer tiempo se dan cita los jugadores de los dos equipos, los árbitros, los cuerpos técnicos, la junta directiva e incluso los aficionados. ¿Y todo esto para qué? Para retener esos sentimientos egoístas y de venganza que puede suscitar un partido y para estrechar relaciones de amistad que permitan seguir luciendo al rugby la vitola de deporte noble.







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