La invención de la imprenta se percibe como un quiebre histórico fundamental, que marca la entrada en la modernidad . Este acontecimiento se reduce a menudo a un solo hecho: la impresión en Maguncia hacia 1455, por el alemán Johann Gutenberg, de una Biblia de 42 líneas . La exposición desea poner esta invención en su contexto especificando en particular que los métodos de impresión existían antes.
En China o Corea, la xilografía se practica desde el siglo VIII y es de Corea, con el Jikji, de donde proviene la obra impresa con tipos móviles metálicos más antigua que se conserva, según un proceso muy similar al implementado en Maguncia hace más de setenta años. luego.
Si Gutenberg probablemente no estaba al tanto de esta invención coreana, puede confiar en técnicas y prácticas que también existían en Europa. Sabemos cómo imprimir y reproducir la imagen desde alrededor de 1400 utilizando una matriz grabada, primero en madera, luego en cobre. La necesidad de lo múltiple para permitir una amplia distribución es también un problema que ocupa a los artesanos del metal, con los que Gutenberg se codeó durante su estancia en Estrasburgo.
Su innovación fue combinar tres técnicas preexistentes en las artes del metal y las artes gráficas: el golpeo, la fusión y la impresión por transferencia. Pero también, para aplicarlo a la Biblia, una obra de una amplitud textual sin precedentes, que se desarrolla a lo largo de casi 1300 páginas . Esto, con el objetivo inmediato de poner en el mercado una gran cantidad de ejemplares, más de 150 según los testimonios de la época.
Tras la estela de Gutenberg, impresores, humanistas y artistas retomaron su proceso. La rápida mejora de la prensa tipográfica también garantizó a los impresores del siglo XV una gran eficiencia. Con cerca de 270 piezas, la exposición pretende mostrar la destreza y los avances que permite este nuevo proceso siguiendo el proceso de fabricación del libro , desde el taller del impresor hasta el puesto del librero, desde el artesano hasta el lector, enfatizando su dimensión colectiva.
Los talleres tipográficos del siglo XV fueron auténticos laboratorios de experimentación, que permitieron superar ciertas dificultades técnicas y favorecieron la difusión de los procesos de impresión por toda Europa. Estas técnicas se presentarán y explicarán en un espacio dedicado al taller del impresor, organizado en torno a una prensa cedida por el museo Gutenberg de Maguncia.
La Biblia de Gutenberg, nacimiento de un mito
La Biblioteca Nacional de Francia conserva dos ejemplares de la Biblia de Gutenberg que se expondrán junto a ellos por primera vez. Uno está impreso en pergamino, pintado e iluminado en la región de Maguncia. El otro, impreso en papel, está rubricado y decorado más modestamente. Tiene mención manuscrita fechada en 1456, lo que la convierte en una de las escasas fuentes de época capaces de precisar la fecha de elaboración de la obra. Ambos aportan valiosas pistas para comprender los inicios de la tipografía occidental y, por este motivo, son mundialmente famosos.
Estos dos ejemplares entraron en la BnF más o menos directamente a través del mismo hombre, el Lorraine Benedictine Jean-Baptiste Maugérard (1735-1815), en 1787 y luego en 1792. Maugérard era un bibliógrafo involucrado en el comercio de libros en un momento en que el bibliófilo el mercado estaba tomando forma. Consciente del valor de las primeras estampas, visitó los monasterios de la región del Rin en busca de rarezas para adquirir y luego ofrecerlas a coleccionistas adinerados.
Probablemente fue él quien publicó por primera vez la expresión “Biblia de Gutenberg”, en una contribución científica de 1789, mientras que el carácter anónimo de la obra dificultaba todavía su identificación. Nació un mito y este mito todavía hoy tiende a eclipsar a los otros impresores que, siguiendo a Gutenberg, han contribuido en gran medida a la mejora de la técnica y al establecimiento del libro moderno.
Laboratorios de innovación
Los impresores se enfrentan rápidamente a desafíos técnicos de diversa índole: perfeccionar la prensa y la tipografía, el diseño, la impresión de tipografías no latinas (en particular, griega y hebrea), la música, la inserción de ilustraciones o, de nuevo, la coloración del texto y la imagen.
La exposición explora las respuestas a estos desafíos, algunos quedarán efímeros mientras que otros tendrán una larga posteridad. Se da protagonismo a temas relacionados con la ilustración de impresos . Esto hace que el libro sea más atractivo y comprensible. Se exploraron varias vías y rápidamente surgieron centros especializados, como Venecia, Basilea o Nuremberg.
Artistas también se apoderaron de este nuevo campo de producción como Albrecht Dürer quien, en los últimos años del siglo XV, revolucionó el arte del libro ilustrado al publicar un Apocalipsis donde el primado es la imagen, presentada en el anverso, mientras que el el texto queda relegado al reverso.
Impresos y sociedad
Si bien las primeras estampas se mantuvieron muy cercanas a la tradición manuscrita, la innovación técnica llevó gradualmente a la innovación formal. El nuevo medio ha suscitado nuevos mercados y nuevos productos en una relación sin precedentes hasta la actualidad.
A principios del siglo XVI, el libro pierde sus características medievales y adopta gradualmente su forma moderna: formato pequeño con portada, cada vez más en lengua vernácula. Está surgiendo un nuevo mercado de libros . Los libreros desarrollan estrategias comerciales para darse a conocer con el fin de distribuir mejor sus productos y vender sus existencias. Gradualmente se conquista un público más amplio.
Finalmente, los fenómenos socioculturales que son el humanismo y la Reforma conocerán una masiva y rápida difusión gracias a este vector.
Se han bloqueado los comentarios.