Título Original: Inception
Dirección: Christopher Nolan
Nacionalidad: EEUU Año: 2010
Guión: Christopher Nolan
Música: Hans Zimmer
Intérpretes: Leonardo DiCaprio (Cobb), Ken Watanabe (Saito), Joseph Gordon-Levitt (Arthur), Marion Cotillard (Mal), Ellen Page (Ariadne), Tom Hardy (Eames), Cillian Murphy (Robert Fischer Jr.), Tom Berenger (Browning), Michael Caine (Miles), Lukas Haas (Nash), Pete Postlethwaite (Maurice).
Después de dos visionados y algunas horas de sueño me atrevo a formular algo parecido a una crítica de Origen. Y digo algo parecido a una crítica porque Origen es algo parecido a una película. Es una experiencia única, un blockbuster para pensadores, un ensayo camuflado de novela, una gigantesca torre de marfil cimentada en un torrente de referencias cinéfilas y culturales. Origen es mucho más que una película la mayor parte del tiempo, pero también mucho menos en algunos momentos.
Vaya por delante mi aplauso a Christopher Nolan por tensar hasta lo indecible los límites del cine comercial y marcar un doble gol: a la Warner, vendiéndole un diplodocus de 250 millones de dólares con DiCaprio a la cabeza, con posibilidades de pegarse un hostión en taquilla que ríase usted de La Puerta del Cielo, y al lobotomizado espectador de multisalas, al que consigue meter pirotecnia y CGI mediante, un drama filosófico sazonado por Jung.
Origen es una película valiente, grande, compleja, aunque bastante fácil de entender, un film que invita al debate y que debe ensalzarse pese a sus defectos, que los hay, porque Nolan demuestra tener unos cojones como el caballo de Espartero.
Me voy a saltar cualquier intento de resumir la trama porque si ya has visto la película ya la conoces y si todavía no lo has hecho NO DEBES SEGUIR LEYENDO.
Después de media docena de películas, Nolan se confirma como un tipo obsesionado por subvertir las estructuras narrativas convencionales, disfrazando de cine pseudo-clasico las divagaciones oníricas propias del Lynch de Mulholland Drive, para completar un tríptico sobre la subjetividad de la realidad y la percepción formado por Memento (memoria), El Prestigio, (ilusión) y Origen (sueño).

Sus películas ,más que por personas, están pobladas por ideas andantes, por sombras que solamente encuentran su razón de ser como vehículos verbalizadores de un mundo de conjeturas e interrogantes. Nolan pone escaso o nulo interés en el desarrollo de personajes. Lo que importa es el que y el cómo, el quien es muy secundario, dándole a sus películas una distancia emocional que para mí se revela como su mayor defecto junto a su limitado talento para las escenas de acción. Resulta paradójico que sus incursiones en el universo Batman, estando pobladas por personajes de tebeo, sean las más humanas, quedándome la duda de si esta es una elección consciente o bien el hecho de trabajar con personajes tan icónicos nos hace preocuparnos por ellos instintivamente.




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