Si hay algo con lo que se asocie en muchas ocasiones la provincia de Salamanca es, sin duda, con el toro bravo, con sus ganaderías y su crianza. Muchas son las dehesas que han visto nacer toros bravos en tierras salmantinas. Desde la frontera con Portugal hasta el Campo de Peñaranda y el Campo de Ledesma, pero sin duda es el corazón de Salamanca, mi querido Campo Charro, en el que están las mejores fincas ganaderas. Los pueblos de Martín de Yeltes, La Fuente de San Esteban, Tabera de Abajo, Villavieja de Yeltes, Tamames, San Muñoz y Aldehuela de La Bóveda han visto nacer a muchos de los mejores mayorales que han mimado la cabaña brava. Hombres que engrandecieron el nombre de esta provincia.
Desde Sageras, pasando por Aldeanueva, Cilloruelo, Fuenterroble, Sepúlveda, Campocerrado, Hernandinos, Castillejo, Agustínez, , San Fernando, El Villar, Linejo, Matilla, San Pedro, Galleguillos, Pedro Llen, Terrones, Coquilla, Calzadilla de Mendigos, Cortos de la Sierra, Esteban Isidro, Barcial, Terrubias, Espino Rapado, Iruelo, Espioja, Valrubio, Zorita, La Vádima, Garcigrande o Valverde son muchas las dehesas salmantinas que han visto nacer a miles de becerros que contribuyeron a hacer el nombre de Salamanca un poco más grande.
Ahora desgraciadamente el nombre de mi tierra cada vez se ve menos en carteles. Menos esa gran familia ganadera apellidada Fraile y Domingo Hernández los demás se ven “morados” para vender sus productos a buen precio. Las corridas se ofrecen por un precio absurdo, sobran muchos toros, y al Campo Charro también le afecta la crisis… Esperamos que pronto se supere, y Salamanca recupere protagonismo en el mundo de los toros.
Desde aquí mando un fortisimo abrazo por su amistad y por su ayuda a Vicente S. López, escritor del libro “El toro de Salamanca; pasado, presente y futuro del Campo Charro”.



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