El informe especial del Courrier International 954 se dedica a las lecciones que podemos aprender con la famosa crisis financiera, lo que puede suponer para una mejora del mundo. En este sentido recoge artículos sobre cómo los individuos intentan superar con sus medios los miedos generados por los malos resultados económicos y las lecciones que deberían quedarnos aprendidas llegados “a este punto”.
Como siempre, en la selección hay uno que ha llamado especialmente mi atención. Escrito por Andreï Arkhanguelski para Vzglyad, su título es: “¿Por qué no confiar en los otros?”. Trata sobre cómo la crisis es un problema de todos que sólo lo podemos superar entre todos, incluyendo la genealogía, estado y posibles soluciones en el análisis. No es un texto que me resulte interesante por el tema que desarrolla ya que es algo clásico -y sería cuanto menos curioso que le resultase novedoso a cualquiera que haya leído un poco de filosofía-. Lo que me gusta, es como está escrito. El texto acaba con una ficción ejemplar -no confundir con fantasía ejemplar- en la que se implica en el contenido al lector y lo hacer partícipe de la conclusión/solución. La jugada debería ser lo normal en la prensa, en vez de caer en el típico “se” del se dice, se hace, se observa y se conoce que otorga a la actualidad una substancialidad sideral. Un poco de sentido común frente a las tantas veces que se menciona al frutero triste porque los políticos no se preocupan de sus problemas, “¡que son los reales!” asevera emocionado el tertuliano clásico español. A mi me gusta mucho más la forma de comentar las cosas que tiene Andreï.
En el penúltimo párrafo, resume un poco el problema “teórico” de fondo:
Nous no sommes pas parvenus à bâtir une société digne de ce nom parce que nous nous sommes pliés à l’idée étrange et stupide que chacun était seul et vivant pour lui-même, cherchant à édifier un petit paradis pour lui seul et sa famille, où nous imaginions naïvement pouvoir nous réfugier en cas de problème. Nous allons devoir renoncer à cette vision des choses parce que, désormais, nous sommes tous des débiteurs et provisoirement dans l’incapacité de rembourser. Et cela ira en s’amplifiant. Lorsque tout le monde doit quelque chose ou voisin et lui demande un délai, un report, un peu de patience, les relations deviennent forcément plus humaines. Exiger, menacer de traîner l’autre devant un tribunal ou de faire saisir ses biens est absurde, car cela revient à se menacer soi-même de poursuites.
Luego lo ilustra con una ficción autobiográfica:
Lorsque j’ai prévenu ma propriétaire que j’aurais un mois de retard de loyer, elle m’a pas fait une scène, elle a compris et a accepté d’attender. Je lui ai demandé de ne croire et de patienter, ce qu’elle a fait, car el ne pouvait rien faire d’autre. Depuis, nous avons surmonté cette première crise financière. J’ai versé ce que je devais, un confiance réciproque est née entre nous et s’est renforcée: il existe désormais sur ce plan un “crédit a long terme” [de confiance] que ne dépend ni du cours du rouble, ni de celui du dollar. C’est dans de tels moments que naît le sentiment de solidarité, que se soude une société, au sens d’une vraie communauté, du mot “commun”.
Y termina con el “corolario”:
Sans doute, le veritable origine de la crise financière est-ell cette crise de confiance entre les gens. Il est temps de s’y attaquer au lieu de chercher à en traiter les consequences.




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