EUREKA Mujeres científicas españolas. Relatos científicos por alumnos de ESO y Bachillerato

El programa de EUREKA de hoy, el último de la temporada, que podéis escuchar AQUÍ, tiene un contenido algo especial, en una primera parte la profesora Mª Ángeles Santos del Departamento de Microbiología y Genética de nuestra Universidad nos hablará de varias científicas españolas vivas con una labor muy relevante en el campo de la Biología. Son solo una pequeña muestra, de la que naturalmente no falta Margarita Salas, quien, en 1967, con una brillante carrera en los Estados Unidos, se vino a España y junto con su esposo Eladio Viñuela. Ambos impulsarían la investigación española en el campo de la bioquímica y de la biología molecular durante décadas. Su estudio sobre el virus bacteriano Phi29 nos ha permitido conocer cómo funciona el ADN, cómo sus instrucciones se transforman en proteínas y cómo estas proteínas se relacionan entre ellas para formar un virus funcional.

No es casual que el concurso de relatos científicos que convoca el Instituto Martínez Uribarri de nuestra ciudad para alumnos de 1º de bachillerato y 4º de la ESO recibe el nombre de está eminente investigadora. En el programa de hoy incluimos dos relatos ganadores del II Concurso de relatos científicos Margarita Salas celebrado este curso 2017-18 que nos remite Mercedes Hernández González profesora de de Biología y Geología del Martínez Uribarri.

 

PARTES DE UNA HUELLA DACTILAR por Luzila Hernández-Ozámiz de 4º de ESO

Desconocemos el ámbito en el que vivimos, sus peligros, sus amenazas, lo que nos quiere transmitir. Decidimos rodearnos de comodidades y bienes, matar por alcanzarlos, establecer límites absurdos, tomar la decisión de ponerle nombre a cada cosa, imponerlo. Devastamos una tierra que atribuimos nuestra desde el momento en que tomamos conciencia de nuestras facultades, habilidades y capacidades. Comienza el cambio, nuestra inteligencia arrasa, todo es diferente a aquel origen noble y puro, se inicia el laberinto.
Al morir me he dado cuenta de todo aquello que mi vista no llegó a alcanzar. Ahora es tarde, pero siento que aún vivo. Mi rastro permanecerá en los sentidos de mi perro, en el olor de mi ropa, en todo aquello que alguna vez toqué, es y será tocado por otros. Solo he sido el alma pasajera en un cuerpo que, una vez muerto y podrido, los otros seres del universo olvidan. Sé quién acabó conmigo, quién fue mi verdugo, la misma persona que me dio la espalda y a su vez me acompañó, que besó con mis mismos labios y que quiso y odió con la misma intensidad que yo.
Visto todo ahora, he de reconocer que solo echo en falta el calor de mi hija, el olor de su pelo cada vez que apoyada sobre mi pecho descansaba cada noche. Sentía su joven y pequeña mano envuelta en la mía. Dedicaba mi mente a esa sensación sobre sus dedos y al observarlos vi, en su huella dactilar, el laberinto a través de las curvas que traza, el ojal del que nace y el barranco que describe el borde de su dedo indicando el fin de un principio. Así comenzaba mi historia nocturna, origen de su profundo sueño.
Un camino sin rumbo, horizonte perdido, empalme después de noches sin descanso. Marcha con los ojos levemente abiertos. Anda sin cesar, arrastrando la monotonía de su paso. No hay límites. Disfruta de esa paz que consiste en no encontrar ningún pensamiento útil. Árboles convergentes, sendas transversales, sin desviación de su mirada, fija en su interior. Interrupción de su mundo por la realidad, se da la vuelta y contempla pequeños fragmentos de sus casi desaparecidas huellas, su sombra las borra. El abrupto gesto que realiza hacia ella plasma un dolor que, a medida que continúa hacia delante, y, este hecho se repite, pesa sobre su existencia. Sus pies se detienen en seco. Comienza el ascenso de su cuerpo iniciando la rotación sobre un eje invisible, mientras su alma queda clavada en la tierra. Sus gritos no se perciben en ese silencio imperante. Quiere alcanzar su ser: acto en vano. Cierra los ojos, se da cuenta de la bifurcación vital en la que ha estado sumida. La sombra marca el punto final.
Sin mí, su corazón sabrá guiarla, mi historia describe mi visión sobre la vida, ardua pero manejable. Quise plasmar en ella mis perspectivas, nociones y experiencias para así poder apretar el gatillo y descansar en paz.

 

METAMORFOSE por Samuel Montero (1º de Bachillerato)

Lo más importante es transformar la pasión en carácter” La metamorfosis, de Kafka

Erase una vez una oruga, que se había cansado de ser mariposa. Se encerró en su crisálida, esperando la salida de una nueva primavera. Odiaba tener que comer hoja de morera y era la mora lo que más le costaba dejar porque enganchaba, o porque eso era lo que decían. Se cansó de que la ecdisona y la hormona juvenil fueran opuestas, así que cogió sus mudas y las vistió iguales, demostrándoles que no eran tan diferentes. Pensó en las abejas, y en como trabajaban para una reina que reinaba en un reino sin fronteras, en cómo esta aborrecía a sus obreras sin pensar en cómo habían construido su colmena. Se reproducía por partenogénesis, pensando en que su génesis no fue un parto y, partiendo de esto, generaba zánganos que no hacían más que comer y dormir, mientras las obreras trabajaban. Después de meditar un rato, decidió irse a dormir. Soñó con la tierra, y también con el mar. Al día siguiente, despertó con un mal sentimiento. Sintió que las cosas no estaban bien, que las hormigas no solo hacían colonias, también champú y gel. Que el girasol seguía girando de noche y que la Amapola no ama a Paul. Que era una luna porque no podían ser dos. También sintió que vivir la vida era un pleonasmo, y que no era redundante subir para arriba si no había alguien que te dijera: ¡No va a ser para abajo! Y se volvió a dormir, cansada de que el metabolismo le golpeara como un seísmo, o como una bola de metal. Durmió como una larva vermiforme, aunque ella si tenía forma de verdad. Contó sus metámeros, pensando que su meta no era menos que alcanzar su sueño de verdad. Pensó en su familia, la Lepidoptera, y descubrió que en ella estaba la frase más bonita: Le pido arte, y sobra la p, de perfección.”Le pido arte a la perfección” pensó. Se dio cuenta, de que lo perfecto no era arte sino el arte era perfecto, y comenzó a cambiar.

 

 

guillermo
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