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“Violette”, una película de Martin Provost que recupera la biografía de la escritora Violette Leduc.

Amiga de Simone de Beauvoir, Jean Cocteau, Gaston Gallimard, Jean Genet (le dedicó Las criadas)… ganadora del Premio Goncourt con su novela La bastarda (1964), que se convirtió en un best-seller de su época, a la escritora Violette Leduc no le perdonaron que cruzara ciertas fronteras prohibidas a una mujer y la condenaron al olvido. Ella fue la primera que escribió públicamente que había abortado, lo contó paso a paso -”si el niño hubiera nacido no habría podido escribir”-, y, además, habló de su identidad sexual, de la homosexualidad, de sus amores lésbicos en el colegio, del erotismo… Todo ello, en la sociedad europea patriarcal y machista, pudo mucho más que sus éxitos literarios, que fueron varios. Ahora, el cineasta Martin Provost ha rescatado del silencio la memoria de esta creadora con su película Violette.

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Como ya hizo antes con Séraphine, donde recuperó del olvido la figura de la pintora Séraphine de Senlis, el cineasta rinde ahora homenaje a una gran escritora, prácticamente desconocida en Europa y conocida solo por una minoría en Francia. “No es natural ni es de justicia que dejemos de lado a gente que ha abierto puertas importantísimas”, dice el guionista y director, que considera un acto “impensable para la época y de una enorme valentía” el hecho de contar un aborto, tal y como hizo Violette Leduc en su libro Ravages.

“En aquellos años, los abortos eran clandestinos, las condiciones eran horripilantes, muchas mujeres se morían. Por supuesto, han cambiado las cosas. Me acuerdo mucho de la ministra Simone Veill y de toda su lucha hasta que consiguió legalizar el aborto en Francia”, explica Martin Provost, que no puede evitar contar una “feliz” coincidencia que se ha producido. Justo antes de viajar a Madrid para hablar de Violette, recibió la llamada telefónica de la actriz protagonista de su película, Emmanuelle Devos, que le anunció que será próximamente Simone Veill en el cine.

“Ella quiere hacer ese papel a toda costa”, añade el director, que explica que es muy consciente de que en España se prepara una reforma a la ley del aborto a la que se opone la mayoría de las mujeres. “Las mujeres deben ser libres y deben disponer libremente de sus cuerpos. Las leyes no deben decidir por las mujeres y, desde luego, mucho menos el Estado”.

Emmanuelle Devos es Violette Leduc en esta película, donde se cuenta la historia de esta escritora desde poco antes de conocer a Simone de Beauvoir, de quien se enamoró obsesivamente, hasta los días de sus éxitos literarios. Solitaria, conmocionada por la relación con su madre, acomplejada por su aspecto físico poco agraciado, de carácter irritante y molesto, Violette Leduc conquistó tanto terreno literario gracias a la ayuda y confianza de la autora de El segundo sexo, a quien vio cada quince días durante toda su vida.

“Alguien tiene que decir lo que ella escribe, es necesario”. Fue la manera en que Simone de Beauvoir convenció a los editores para que se publicaran sus libros. “Al leer hoy a Violette Leduc piensas que actualmente se puede escribir de todo, pero para llegar a esto fue necesario que hubiera mujeres como ella que abrieran esas puertas. Nunca debemos olvidar eso”, sentencia el cineasta, que reconoce que siempre pensó en Devos para el papel principal y que confiesa que tuvo serios problemas para encontrar a la actriz que diera vida a Simone de Beauvoir.

“Todas las actrices a las que se le propuse rechazaron el papel. Simone de Beauvoir es una mujer muy muy conocida y por eso tardé mucho en conseguir a la actriz. Todas lo rechazaban automáticamente -dice-, creo que era por el terror de encarnar a un personaje tan conocido. Bueno y porque la protagonista era Violette Leduc”. Fue la propia Emmanuelle Devos la que sugirió a Martin Provost que se lo propusiera a Sandrine Kiberlain. “Yo no la veía en absoluto, pero me reuní con ella y me dijo que sí y fue fantástico”.

“Quería hacer una película de mujeres”, añade este director, que, aunque sin ocultarlos, presta menos atención a sus personajes masculinos, como Sartre o Camus, que a sus protagonistas femeninas. Pero con todos retrata una época en la que los “artistas eran mucho más generosos que ahora, se daban dinero unos a otros cuando lo necesitaban… No querían tener posesiones, ser propietario era el colmo de la burguesía. Todo eso ha cambiado mucho ahora. Entonces no se hablaba de uno mismo, eso era síntoma del peor narcisismo. Violette Leduc contaba sus historias, pero tenía talento y poesía para hacerlo, era genial, no se limitaba a contar su vida, sino que lo hacía de un modo único. Ella no era consciente del todo y negaba ser una intelectual, al contrario que ahora que todo el mundo quiere ser listo y quiere ser un intelectual”.

Y entre aquellos artistas, hubo mujeres, como Séraphine Louis (de Senlis) o Violette Leduc que destacaron especialmente, “que fueron más allá de su época, pero no se dieron cuenta de ello. Nosotros sí nos damos cuenta ahora, por eso es bueno volver al pasado, pero no para recrearse en él, sino para permitirnos ver el futuro. Esto es como el salto de longitud, que das un paso atrás, antes de lanzarte hacia delante”.

Martin Provost, que hizo muy buena marca con la anterior película (Séraphine), con la que ganó siete Premios César de la Academia de Francia, ha hecho muy buen salto de nuevo con Violette, con la que ha conseguido ni más ni menos que se vuelva a reeditar la obra de la escritora. “La película ha conseguido eso. La gente sale del cine queriendo leer a esta mujer. ¿Qué más puedo pedir?”

Fuente: http://www.publico.es/526320/el-pecado-imperdonable-de-violette-leduc-una-pionera-condenada-al-olvido

 

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