En España siempre ganan todos después de una elección, más aun los que han perdido. Lo llaman estrategia de imagen. En Estados Unidos, no. Allí solo la derrotada Christine O’Donnell, una de las reinas del movimiento ultraconsevador del Tea Party, vendió entusiasmo y humo en su discurso de aceptación del resultado. La mayoría, incluido el presidente Barack Obama, prefiere la reflexión, el análisis, la identificación de errores y la búsqueda de soluciones más allá de hacer teatro para disimular disgustos, como intentó al comienzo de la noche la speaker saliente (presidenta de la Cámara de Representantes), la demócrata Nancy Pelosi.
Esta es la respuesta más inteligente, aunque tampoco garantiza milagros, solo comprender mejor la realidad. Y la realidad es que los estadounidenses han votado desde el bolsillo (vacío). La crisis económica ha sido la causa del grave revés electoral de los candidatos demócratas y por elevación del presidente Barack Obama. El columnista Paul Begara tituló su artículo del día después con un significativo Es el empleo, estúpido, en referencia a la célebre frase del asesor de Bill Clinton James Carville en la campaña de 1992.
Solo el 7% pensaron en Afganistán antes de depositar el voto. Los que se acordaron de Irak, una guerra que EEUU da por terminada y ganada pese a que siguen explotando coches bomba, debieron de ser muchos menos. Son conflictos iniciados en la presidencia de George W. Bush. Han costado la vida a 5.789 soldados norteamericanos (más la de decenas de miles de civiles para los que no existe una estadística tan precisa), y más de un billón de dólares. Algo tendrá que ver con la economía.




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