Bryan Ferry nunca vuelve, porque nunca se va. Siempre está ahí, en un discreto y elegante segundo plano. Incluso su época al frente de Roxy Music, una de esas bandas que cambiaron el concepto, se recuerda con mesura y distinción, sin banalidades extraordinarias ni mitologías melifluas. Porque Bryan Ferry es un músico espectacular y ha demostrado tener toda la clase de la que carecen la mayoría de los papanatas del rock.
Roxy Music, paradigma del nuevo sonido británico mundial, revolucionaron los setenta con un toque de art rock poco convencional, con estética glam y con un conjunto muy serio de egos y de calidad musical: Brian Eno (que duró poquito), Phil Manzanera y el señor Ferry. Momentos cumbres en su discografía (y que no deben faltar en sus walkmans): Country Life (Virgin, 1970) y una de mis obras favoritas, Avalon (Virgin, 1982), que fue su última gran obra de un legado inmenso.
Roxy Music, separados en 1983, se han reunido varias veces durante esta década para ofrecer algún concierto y se rumoreaba que estaban grabando un nuevo disco con Brian Eno. Al final no hubo reunión, y lo que salió de todo esto fue un nuevo disco de Bryan Ferry, que sale la semana que viene y que, por la pinta que tiene, hará las delicias de los que somos incondicionales. En el disco participan Brian Eno y otros miembros de Roxy Music, así como Scissor Sisters, Groove Armada, Johnny Greenwood de Radiohead, Mani de Stone Roses y hasta el bueno de Flea. Lo que hemos podido oír de su nueva obra, Olympia (Virgin, 2010) es música de alta gama, con un Bryan Ferry inmenso y con dos temas de adelanto, You Can Dance (Virgin, 2010) y Shameless, que tienen esta magnífica pinta.





Aún no hay comentarios.