La iglesia de Santa María la Nueva está situada en el límite oriental del casco antiguo y fue escenario, en 1158, del sonado “Motín de la Trucha” donde la plebe incendió la iglesia cuando se congregaba la nobleza de la ciudad.Tras el incendio hubo de reconstruirse al filo del 1200. Afortunadamente el incendio respetó la cabecera original, de finales del siglo XI, y por tanto, una de las construcciones más antiguas de la ciudad.Es destacable las arquerías superiores que voltean sobre finas columnillas. En tres de los paños hay rudos ventanales con columnillas decoradas con escultura casi de tradición visigótica. Otro punto importante de esta iglesia es la portadita meridional, que pertenece a la obra original.
”EL MOTÍN DE LA TRUCHA”
A comienzos del invierno del año 1158, tuvo lugar en Zamora una revuelta popular urbana en la que murieron un número indeterminado de nobles de la ciudad.
En el mercado de la villa, un pescadero estaba vendiendo la última trucha del puesto a un zapatero.Irrumpe en el puesto el criado de Gómez Álvarez, noble de la villa, pidiendo para sí la compra del mismo género, alegando su preferencia en la compra como consecuencia de un supuesto privilegio nobiliario. La situación originó una airada discusión que congregó a una gran parte del público asistente al mercado, la mayoría partidaria del zapatero. Finalmente este último se llevó la pieza.
Ante los hechos acaecidos, los nobles deciden apresar a los líderes del tumulto y se reúnen en la iglesia de Santa María para decidir las medidas a tomar. Por su parte los ciudadanos, temerosos de las represalias de los nobles y capitaneados por Benito “el pellitero”, deciden encerrar a los nobles en la iglesia en la que se habían concentrado y, acto seguido, prenden fuego al edificio. Esta última acción produjo la muerte de los nobles allí congregados, entre ellos de Ponce de Cabrera, hijo del conde de mismo nombreny tenente de la villa por mandato regio.
Ante el temor de las seguras represalias del tenente de la villa, los amotinados deciden huir hacia la frontera portuguesa y enviar mensajeros al rey Fernando II de León para solicitarle su perdón y la destitución de Ponce como tenente de Zamora, bajo la amenaza de que en caso contrario pasarían a poblar el vecino reino de Portugal.
El rey aceptó las peticiones de los amotinados a cambio de su vuelta a Zamora y de que reedificaran la iglesia, desde entonces Santa María “la Nueva”. Por su parte, el conde Ponce de Cabrera pasó al servicio de Sancho III de Castilla, hermano del rey de León, Fernando II.








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