Viendo la avalancha de hadas nuevas, a punto de ser mamas por primera vez, os he preparado este documento, para que sepáis lo que os espera, y como prepararos para ese maravilloso momento. Si tenéis dudas puntuales ya sabéis donde estoy.
La preocupación por el momento del parto suele ser común en la mayoría de las mujeres, especialmente si se trata de nuestro primer hijo. Para ello, voy a explicaros una serie de cositas.
¿Cuáles son las señales del inicio del parto?
El miedo a no saber o no darnos cuenta de que estamos de parto es muy común (nos damos cuenta os lo aseguro) así que aquí van unas pequeñas nociones.
La mayoría de las mujeres dan a luz entre las semanas 38 y 42 de la gestación, cuando se considera que el embarazo ha llegado a término. Pero es difícil saber el momento exacto del inicio del parto.
La fecha probable del parto (FPP) no es más que una idea aproximada cuyo cálculo se basa en una cuenta de cuarenta semanas desde el primer día de la última menstruación.
No es raro que el parto se inicie unos días o incluso unas semanas antes o después de la fecha prevista.
Existen unas señales típicas que anuncian la proximidad del nacimiento del bebé. No todas las mujeres pasan por ellas necesariamente, aunque es frecuente que la madre sienta, si no todos, al menos varios de estos síntomas:
Descenso del feto
Desprendimiento del tapón mucoso
Rotura de la bolsa
Contracciones regulares
En cualquier caso, el ginecólogo nos informará sobre cuándo debemos acudir al hospital que también dependerá de si el embarazo o parto requiere alguna atención especial.
Uno de los síntomas de parto es el descenso del feto
Hacia el final del embarazo, podemos notar el vientre más bajo. Se debe a que la cabeza del feto desciende hasta el punto más bajo de la pelvis, colocándose para recorrer el canal del parto. Se dice, entonces, que el feto está encajado.
En las mujeres que esperan su primer hijo suele ocurrir unas semanas antes del parto, mientras que en las que ya han tenido hijos es más común que el encajamiento se produzca poco antes del inicio del parto.
Muchas mujeres sienten una sensación de ligereza cuando esto ocurre, ya que la presión sobre el diafragma y el estómago desaparece permitiéndoles respirar y hacer la digestión mejor.
Por otro lado, el feto presiona más sobre la vejiga, por lo que la mujer sentirá deseos de orinar con mayor frecuencia y notará mayor presión sobre la zona del periné.
Durante el último mes del embarazo, la mujer acude al ginecólogo al menos una vez a la semana. En estas visitas, el médico comprobará si el feto está ya encajado mediante un examen interno y una palpación externa del abdomen, donde se puede llegar a notar la cabeza del bebé, o mediante valoración ecográfica. No siempre tiene que ser así, ya que el manipular el canal del parto continuamente no es muy recomendable, así que si vuestro ginecólogo no os ve todas las semanas, tampoco es para pensar nada malo. Si es cierto que a partir de la semana 40 los monitores y la exploración si es semanal.
Desprendimiento del tapón mucoso.
El tapón mucoso es una sustancia especialmente espesa y de coloración marrón secretada por las glándulas existentes en el canal cervical que bloquea la entrada al útero por el cuello de éste. Sirve así de protección al feto frente a todos los gérmenes que colonizan la vagina, evitando la infección de las membranas amnióticas.
Cuando el cuello del útero se dilata, se produce el desprendimiento total o parcial del tapón mucoso. La mujer expulsa entonces por la vagina esta sustancia espesa y viscosa de color marrón, que a veces aparece teñida de sangre. Esto suele deberse a una rotura de capilares que se produce con el borramiento o la dilatación del cuello del útero.
La pérdida del tapón no significa que el parto sea inminente, aunque sí indica que está próximo. Puede que la mujer lo expulse hasta una o dos semanas antes del inicio del parto, o puede que lo expulse el mismo día del nacimiento. Algunas mujeres ni siquiera notan que lo han expulsado.
No es necesario acudir al hospital si se produce sólo el desprendimiento del tapón. Sin embargo, si se producen pérdidas de sangre muy roja o abundante, se debe acudir al hospital para determinar la causa. Estas hemorragias pueden ser una señal de una complicación más grave.
Si la mujer detecta el desprendimiento del tapón, conviene que evite las relaciones sexuales y los baños, ya que el útero estará más expuesto a infecciones del exterior.
Rotura de la bolsa de aguas
La bolsa de líquido amniótico se rompe debido a la presión que ejerce la cabeza del feto sobre sus membranas o como consecuencia de las primeras contracciones.
Es lo que se conoce como “romper aguas”. Puede ocurrir antes del parto o durante la primera fase del mismo.
La expulsión de un líquido acuoso y claro, por lo general abundante e inodoro, es una señal de la rotura de las membranas de la bolsa.
Si el fluido está teñido de color verdoso, puede que contenga restos de meconio, la sustancia de desecho que el bebé expulsa nada más nacer por el aparato digestivo.
En este caso lo mejor es ir al hospital cuanto antes, ya que puede ser una señal de sufrimiento fetal y quizá sea necesario provocar el parto o tomar otra serie de medidas como una cesárea urgente o una inducción del parto.
En situaciones normales, la mujer puede romper aguas estando en casa, de camino al hospital o en el mismo centro hospitalario. Si se produce estando en casa, es importante acudir al hospital, pero con calma, ya que hasta pasadas 24h no se convierte en parto de riesgo, pero ya hay que estar controlada. Es decir, te da tiempo a ducharte, coger las cosas y con tranquilidad ir al hospital, claro siempre y cuando las contracciones sean controladas.
Lo normal es que las contracciones comiencen en las 12-14 horas siguientes. Si esto no ocurre, el médico probablemente inducirá el parto para prevenir posibles infecciones.
La aparición de contracciones regulares son una señal inequívoca del inicio del parto
La aparición de contracciones cada vez más intensas y a intervalos regulares indica que ha comenzado la dilatación. Son una señal inequívoca de que se ha iniciado el proceso del parto.
Al contraerse el útero, se produce un endurecimiento del abdomen que suele ir acompañado de dolor en la parte inferior del abdomen o a veces en la zona lumbar. A medida que se acerca el parto, la frecuencia, duración e intensidad de las contracciones aumenta.
Estas contracciones son distintas de las contracciones de Braxton-Hicks o falsos dolores de parto que la mujer suele sentir en el último trimestre del embarazo. Éstas no suelen ser dolorosas y se producen a intervalos irregulares. Sólo al final del embarazo pueden resultar molestas para la futura madre. Su objeto es preparar al útero para el parto.
Para saber si se está ante un parto verdadero o falso, se recomienda cronometrar las contracciones. Si éstas aparecen a intervalos regulares, cada 5 minutos o menos, si duran entre 30 y 70 segundos y no desaparecen cuando la mujer se mueve, entonces es que ha comenzado la fase de latencia o borramiento del cuello. Es el momento de acudir al hospital.
Cuando se está ante un falso parto, las contracciones son de carácter leve, se producen a intervalos irregulares y pasan más de 5 minutos sin que se repitan. Además, suelen desaparecer cuando la mujer se mueve o descansa. Por eso, ante estas señales es conveniente relajarse y buscar una distracción, ya que el parto aún no se ha iniciado.
FASES DEL PARTO
El parto se suele dividir en tres fases:
Dilatación del cuello uterino
Expulsión que culmina con el nacimiento del bebé
Alumbramiento, es decir la expulsión de la placenta
EN QUÉ FASE ESTÁ LA MUJER
La frecuencia y la intensidad de las contracciones permiten determinar en qué momento del parto se halla la mujer. Si las contracciones se repiten cada cinco minutos, es aconsejable acudir al hospital porque el parto ya ha comenzado.
Mediante un examen interno, el médico o la comadrona determinan la dilatación del cuello uterino y dónde se encuentra la cabeza del feto.
Tras esta primera exploración, se controlan los latidos del corazón del feto mediante auscultación o a través de un monitor eléctrico antes de trasladar a la mujer a la sala de partos. Se comprueba, en definitiva, el bienestar fetal y cómo se presenta el parto.
DURACIÓN DEL PARTO
En mujeres primerizas suele durar entre 12 y 14 horas. En mujeres que ya han dado a luz, no suele superar las 9 horas.
No debemos olvidar, no obstante, que cada parto (al igual que cada embarazo) es único y que la duración puede variar enormemente de una mujer a otra.
Durante la primera fase del parto se produce la dilatación del cuello del útero en tres fases:
FASE LATENTE O TEMPRANA
Empieza cuando el cérvix, que permanecía cerrado, comienza a dilatarse hasta 2 o 3 centímetros, algo que normalmente ocurre estando en casa. Antes de dilatarse, el cuello del útero, de longitud normalmente superior a 3 centímetros, debe pasar por el proceso de acortamiento progresivo denominado borramiento. Es decir, se acorta antes de abrirse. Las contracciones son aún suaves y se repiten cada 15 ó 20 minutos con una duración de entre 60 ó 90 segundos.
Cuando las contracciones son más seguidas y se repiten cada 5 minutos, es el momento de acudir al hospital. En ocasiones se produce una expulsión de fluido mucoso por la vagina debido al desprendimiento del tapón mucoso.
FASE ACTIVA
El cuello del útero se dilata entre 4 y 8 centímetros. Las contracciones se producen cada 3 minutos y son más intensas. Esta es la fase generalmente más molesta del proceso.
FASE DE TRANSICIÓN
Se produce la dilatación total del cérvix hasta los 10 centímetros. Las contracciones se repiten cada 2 ó 3 minutos con una duración de 1 minuto. Esta última fase de la dilatación es muy cansada porque la intensidad de las contracciones aumenta. Los últimos centímetros de dilatación se suelen producir en un espacio de tiempo muy breve. En ocasiones, la mujer puede sentir mareos, náuseas, ganas de evacuar, dolor en el recto y calambres en los glúteos.
Para controlar las ganas de empujar en esta fase, la mujer debe practicar la respiración de jadeo. También puede utilizar otras técnicas de respiración o relajación para controlar el dolor cada vez más intenso de las contracciones, siempre que no se le haya administrado analgesia epidural.
Expulsivo
Una vez que la dilatación ha terminado, la mujer comienza a empujar durante las contracciones, cuya frecuencia se ha reducido. Si no se le ha administrado anestesia epidural, la mujer sentirá unos enormes deseos de empujar debido a la presión que ejerce la cabeza del bebé sobre la pelvis. También es cierto, que el tratamiento epidural que se suele poner en la actualidad, es una mezcla de anestesia y analgesia, que facilita todas estas sensaciones, sintiendo perfectamente las contracciones y las ganas de apretar, pero sin dolor.
Este periodo puede durar un par de horas, durante las cuales el feto va pasando, primero por la pelvis y después por el canal del parto, hasta que asoma la cabeza al exterior. Se dice entonces que la cabeza del bebé ha coronado.
Es entonces cuando el médico suele practicar la episiotomía, una pequeña incisión en la zona del periné, entre el recto y la vagina, que permite que el feto salga sin producir desgarros en el organismo de la madre. La incisión puede ser media o central, es decir, desde el final de la vagina hasta cerca del ano. Lo más habitual es que el asistente al parto, el médico o la matrona, opte por una episiotomía medio lateral de 2 ó 3 centímetros desde la vulva hacia un lado u otro del periné. Aunque antes, se hacía por protocolo, últimamente los ginecólogos son reacios a hacerla al no ser que sea necesaria, y durante el embarazo nos podemos preparar para evitarla (hay un post en este blog para conseguirlo)
Momentos antes de la expulsión del feto, se produce un abultamiento de la zona del ano y del periné. Es la cabeza del bebé que está a punto de coronar. Para evitar una distensión excesiva que pueda desgarrar los tejidos de esa zona, el médico debe proteger activamente el ángulo extremo inferior de la episiotomía, generalmente con una mano.
La cabeza del niño suele mirar hacia el suelo, aunque gira casi de inmediato para permitir la salida del resto del cuerpo. En ese momento el médico o la comadrona limpian la nariz y la boca del bebé para despejar líquido que pudiera tener.
Normalmente con la siguiente contracción salen los hombros del niño y el resto del cuerpo. A continuación se pinza el cordón umbilical en dos puntos y se corta en medio de ambos. El recién nacido ya puede respirar por sí mismo. El médico coloca al bebé encima de la madre.
Expulsión de la placenta o alumbramiento.
Las contracciones son menos dolorosas que en la expulsión del bebé. Muchas mujeres se sienten destempladas y con temblores después. Es una sensación que dura alrededor de media hora.
Una vez que el bebé ha salido del vientre de la madre, pasan entre 5 y 30 minutos hasta que son expulsados mediante contracciones la placenta y los anexos fetales, es decir, el resto del cordón umbilical y las membranas que han envuelto al feto durante la gestación. La matrona realiza un suave masaje sobre el fondo del útero para facilitar la expulsión. En ocasiones, el médico tira suavemente del cordón umbilical mientras presiona ligeramente el abdomen de la mujer para ayudar a extraer la placenta.
El ginecólogo comprueba entonces que la placenta está completa y que se han expulsado todos los tejidos. A continuación se procede a suturar la herida de la episiotomía o cualquier clase de desgarramiento que se haya producido durante el parto.
¿Parto natural o parto con anestesia? ¿Cuál es la mejor opción?
La decisión de utilizar o no algún tipo de analgesia durante el parto dependen de la mujer y de sus circunstancias personales. Algunas prefieren un parto natural en el que, salvo complicaciones, no se utiliza ningún tipo de fármaco y se permite a la paciente decidir la posición que le resulte más cómoda para dar a luz.
En España aún no está muy extendida esta práctica y son pocas las clínicas donde se realizan partos naturales. El Colegio Oficial de Enfermería y Matronas (teléfono 915 52 66 04) proporciona información sobre el parto natural y los centros donde se practica.
En ocasiones es necesario utilizar algún tipo de analgesia en el parto, bien porque se presente alguna complicación, bien porque la propia mujer lo solicite.




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