Cuando llega diciembre, las mesas españolas se llenan de tradiciones que han perdurado durante generaciones. Entre los dulces más esperados destaca uno que combina la sencillez de sus ingredientes con una elaboración artesanal que ha trascendido épocas: el mazapán tradicional riojano. Este producto, reconocido por su textura jugosa y su sabor inconfundible, representa el equilibrio perfecto entre calidad suprema y recetas ancestrales que han sido transmitidas de generación en generación.
La historia del mazapan de Soto se remonta al siglo XIX, cuando una religiosa decidió compartir una receta que terminaría convirtiéndose en uno de los emblemas navideños de La Rioja. Desde entonces, este dulce ha conquistado paladares en toda España gracias a su elaboración cuidadosa y al uso de ingredientes de primera categoría. Cada pieza elaborada artesanalmente cuenta una historia de dedicación, paciencia y respeto por las técnicas tradicionales que han permanecido prácticamente inalteradas durante más de siglo y medio.
Origen e historia de una tradición centenaria
El mazapán de origen árabe llegó a la península ibérica hace siglos, pero fue en la localidad riojana de Soto en Cameros donde adquirió una personalidad única. En 1870, Sor Purificación Redondo Tejada, superiora de las Siervas de Jesús, cedió la receta conventual a su hermano Juan de Dios Redondo, quien inició la producción artesanal industrial de este dulce navideño. El éxito fue inmediato y pronto surgieron varias empresas dedicadas a su fabricación, manteniendo siempre el mismo compromiso con la calidad.
La denominación de calidad riojana
Desde 1989, este producto cuenta con la denominación La Rioja Calidad, un reconocimiento que certifica tanto la selección de materias primas como el proceso de fabricación. Esta marca de garantía distingue a los alimentos riojanos de máxima categoría y asegura que cada mazapán cumple con estrictos estándares de calidad. El mazapán elaborado bajo esta certificación pertenece exclusivamente a la categoría comercial “calidad suprema”, lo que garantiza al consumidor que está adquiriendo un producto excepcional.
Evolución y adaptación a los tiempos modernos
Aunque muchas fábricas se trasladaron desde las zonas rurales a las ciudades debido a la despoblación de la sierra de Cameros, los maestros artesanos han mantenido intacta la esencia de la receta original. En empresas como La Logroñesa, los maestros pasteleros viajan cada temporada para supervisar personalmente la elaboración tradicional del mazapán, asegurándose de que cada lote mantenga la calidad y el sabor que han caracterizado este producto durante más de 70 años.
Ingredientes seleccionados para garantizar la excelencia
La diferencia entre un mazapán ordinario y uno de calidad suprema reside en la selección meticulosa de sus componentes. Este dulce navideño se elabora principalmente con almendra y azúcar, pero el secreto está en elegir variedades específicas que aporten las características organolépticas deseadas.
La almendra como protagonista indiscutible
La almendra empleada en la fabricación de este dulce es de variedad Marcona o Mallorca, reconocidas por su alto contenido en aceites naturales que proporcionan jugosidad y sabor intenso. Cada almendra es seleccionada cuidadosamente para garantizar que solo las de primera calidad formen parte de la masa. El porcentaje de almendra supera habitualmente el 45%, lo que convierte a este producto en una fuente importante de proteínas vegetales y grasas saludables.
El azúcar y otros componentes esenciales
El azúcar blanquilla de calidad superior se transforma en jarabe antes de mezclarse con la almendra triturada, creando una pasta homogénea que se deja reposar durante horas. A diferencia del mazapán toledano, el de Soto incluye también esencia natural de limón y una pequeña proporción de almendra amarga, ingredientes que le confieren ese toque distintivo y aromático que lo hace inconfundible. La base de oblea proporciona estructura y facilita el manejo de cada pieza.
El baño final que marca la diferencia
Tras el horneado, cada mazapán recibe un baño de jarabe o glasa que se seca posteriormente al calor del horno. Este proceso no solo aporta un acabado brillante y atractivo, sino que también contribuye a mantener la jugosidad interior durante más tiempo, permitiendo que el producto conserve su frescura incluso semanas después de su elaboración.
Proceso artesanal de elaboración en cuatro días
La fabricación de este dulce requiere paciencia y respeto por los tiempos de reposo que marca la tradición. A diferencia de los productos industriales de elaboración rápida, el mazapán auténtico necesita varios días para alcanzar la perfección.
Primer día: triturado y reposo inicial
El proceso comienza con la trituración de las almendras hasta obtener una pasta de textura adecuada. A diferencia del mazapán toledano, que utiliza refinadoras para conseguir un grano extremadamente fino, el de Soto mantiene un grano de almendra más grueso que le confiere una textura más rústica y auténtica. Esta masa se deja reposar durante 24 horas para que la almendra se hidrate correctamente.
Segundo día: mezcla con el jarabe de azúcar
Al día siguiente, se elabora un jarabe con azúcar blanquilla que se mezcla cuidadosamente con la pasta de almendra reposada. Esta combinación requiere maestría para conseguir el punto exacto de humedad y consistencia. La masa resultante vuelve a reposar otras 24 horas, un tiempo fundamental para que los sabores se integren completamente y la textura alcance la jugosidad característica.
Tercer día: formado de las piezas
Con la masa perfectamente reposada, llega el momento de dar forma a cada mazapán. Tradicionalmente, se moldean piezas cilíndricas de entre 32 y 40 gramos que se colocan sobre obleas individuales. Este proceso, aunque puede mecanizarse parcialmente, sigue requiriendo la supervisión y ajuste manual de maestros artesanos experimentados que garantizan la uniformidad y calidad de cada unidad.
Cuarto día: horneado y acabado final
El horneado se realiza a temperaturas muy elevadas durante pocos minutos, lo suficiente para que la superficie adquiera un dorado característico sin que el interior llegue a cocerse completamente. La cara superior se pinta previamente con huevo, lo que crea ese tostado característico y apetecible. Inmediatamente después de salir del horno, cada pieza se sumerge en jarabe o glasa, que posteriormente se seca con calor, creando una capa protectora brillante.
Características organolépticas que lo hacen único
Cada bocado de este dulce navideño ofrece una experiencia sensorial completa que explica su permanencia como favorito durante generaciones.
Textura jugosa y tierna
La textura interior es suave y ligeramente granulada por el grano de almendra que permanece visible. Al morderlo, la masa se deshace en el paladar sin resultar seca ni empalagosa, gracias al equilibrio perfecto entre almendra y azúcar. El exterior, protegido por el baño de jarabe, ofrece un ligero contraste crujiente que complementa la ternura interior.
Sabor equilibrado con matices cítricos
El sabor predominante es el de la almendra de calidad, dulce pero no excesivo, con un trasfondo sutil de limón que aporta frescura y evita el empalago. Esta combinación aromática distintiva hace que sea posible disfrutar de varias piezas sin saturar el paladar, algo que lo diferencia de otros dulces navideños más pesados.
Valores nutricionales y conservación adecuada
Aunque se trata de un producto dulce navideño, conocer su composición nutricional permite disfrutarlo de forma consciente y responsable.
Aporte energético y nutricional
Cada pieza de aproximadamente 35 gramos aporta alrededor de 160 kilocalorías, procedentes principalmente de las grasas saludables de la almendra y del azúcar. Contiene también proteínas vegetales de calidad, fibra y minerales como calcio, magnesio y vitamina E. Como todos los dulces navideños, debe consumirse con moderación dentro de una dieta equilibrada.
Conservación para mantener la frescura
Para preservar todas sus cualidades organolépticas, se recomienda conservar el producto en un recipiente hermético en lugar fresco y seco, alejado de fuentes de calor y luz directa. En estas condiciones, puede mantenerse fresco durante varias semanas, aunque lo ideal es consumirlo antes de dos semanas desde su elaboración para disfrutarlo en su punto óptimo de jugosidad.
El regalo perfecto para celebraciones navideñas
Este dulce tradicional ha trascendido su origen como simple postre para convertirse en un elemento esencial de las celebraciones decembrinas y en un regalo apreciado por personas de todas las edades.
Presentaciones ideales para regalar
Las presentaciones más populares incluyen estuches con aproximadamente 24 piezas, perfectos para obsequiar a familiares, amigos o compañeros de trabajo. También existen formatos familiares más grandes con unas 50 unidades, ideales para hogares donde varios miembros disfrutan de este dulce durante toda la temporada navideña. Las cajas incluyen diseños elegantes que evocan la tradición y hacen que el regalo resulte especialmente vistoso.
Momentos ideales para su consumo
Aunque su momento álgido es durante las sobremesas navideñas, acompañando al café después de las comidas festivas, este mazapán puede disfrutarse en cualquier momento del día. Muchas familias lo reservan para la merienda de los días especiales o lo ofrecen cuando reciben visitas durante las fiestas. Su versatilidad lo convierte en el complemento perfecto tanto para ocasiones formales como para momentos cotidianos de disfrute familiar.
La tradición del mazapán artesanal representa mucho más que un simple dulce navideño. Es el testimonio vivo de una historia centenaria, el resultado del trabajo de maestros artesanos comprometidos con la calidad y el sabor de mantener vivas las recetas que han dado identidad a toda una región. Cada pieza elaborada con ingredientes seleccionados es una invitación a conectar con el pasado mientras se disfruta del presente, haciendo de cada celebración navideña un momento memorable y auténtico.



