Durante millones de años sus cuerpos han desarrollado un sistema para permanecer erguidos incluso cuando están dormidos.
Para ello cuentan con un entramado de ligamentos únicos entre las especies, y que funciona como un armazón que traba todo el cuerpo, ajustando las articulaciones a una posición determinada.
De este modo, el caballo puede permanecer de pie sin realizar un esfuerzo consciente de los músculos mientras duerme.



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