En los últimos años, y fundamentalmente como consecuencia de las reformas legislativas hacia la escolarización inclusiva impulsada por la aplicación de los preceptos de la CDPD, se ha producido un intenso debate sobre la pertinencia del cierre de los Centros de Educación Especial. Repasemos algunos:
… estos niños no estarán seguros en un centro ordinario …
Uno de los argumentos falaces más frecuentes en contra de la escolarización en centros ordinarios se basa en que los niños y niñas con discapacidad están más cómodos, tranquilos y seguros si se escolarizan en un Centro de Educación Especial. Ciertamente, los niños y, especialmente, las niñas con discapacidad son con más frecuencia víctimas de acoso y abuso en la escuela, lo cual afecta negativamente a su bienestar emocional, social y académico.
Ahora bien, aceptar este argumento como justificación de la segregación escolar, implica aceptar que: (a) el acoso o el abuso en los centros escolares es inevitable, lo cual no es cierto, y (b) que el acoso o el abuso es inexistente en instituciones especiales, lo cual, lamentablemente, tampoco es cierto.
… el cierre de los centros especiales dejará sin trabajo a los maestros y maestras especialistas…
Tanto la educación especial, como la educación inclusiva son estrategias clave para el éxito escolar de las personas con discapacidad, la primera por su contenido técnico, y la segunda por su aportación social. Aunque aparentemente contradictorias, únicamente lo son en realidad cuando entra en juego el espacio, es decir, la ubicación de los recursos especializados en lugares específicos para personas con discapacidad, creando así espacios segregados, incompatibles con la inclusión.
Desde un punto de vista técnico, cualquier instancia del sistema de enseñanza puede ser “de Educación Especial”, si cuenta con los recursos adecuados para la enseñanza de cualquier niño o niña con necesidades especiales. La centralización de estos recursos en un mismo edificio es una mera opción burocrática, que mantiene algunos de los efectos virtuosos (aprendizaje, calidad de vida, seguridad, respeto), pero también los perniciosos de cualquier forma de institucionalización (segregación, invisibilización, discriminación, falta de progreso y expectativas).
… los maestros y maestras no están adecuadamente formados …
Con frecuencia, se argumenta contra el cierre de los Centros de Educación Especial que en estos centros se escolarizan niños y niñas que, por sus altas necesidades de apoyo, sería imposible incluirlos en aulas ordinarias. Si se atiende a las estadísticas, son las personas con discapacidad intelectual las que mayoritariamente se escolarizan de manera segregada.
Argumentar que la segregación de niños con discapacidad intelectual se justifica por la falta de formación de los maestros es una idea muy cuestionable, ya que, por definición, las y los graduados en magisterio de enseñanza infantil, primaria o secundaria, están plenamente capacitados para educar a estudiantes con diferentes niveles de maduración cognitiva. No en vano, cualquier docente de una determinada etapa pasa por diferentes ciclos, cursos o niveles a lo largo de su vida profesional, dentro de la misma etapa.
Además, las maestras y maestros reciben una formación que incluye estrategias pedagógicas para atender a estudiantes con diversas necesidades educativas, incluyendo aquellos con discapacidad intelectual. Son muchos los estudios que demuestran que más allá de una determinada formación, la dimensión definitiva para facilitar la inclusión en aulas ordinarias es la actitud del profesorado, junto con la disponibilidad adecuada de recursos.
En definitiva, los argumentos que con frecuencia se utilizan contra el fin de la segregación escolar están cargados de abundante desinformación sobre los beneficios que la escolarización inclusiva tiene no sólo para los niños y niñas con discapacidad, sino para la sociedad en general. Ahora bien, la mera ubicación de niños y niñas con discapacidad en centros ordinarios no puede ser presentada, en ningún caso, como un éxito, dado que habitualmente ésta se realiza sin los apoyos necesarios y los recursos precisos para asegurar su mejor rendimiento escolar y bienestar personal.
Esta entrada es parte del capítulo titulado “La desinformación como freno a la inclusión de las niñas con discapacidad en el sistema escolar”, que he incluido en la obra: “Análisis interseccional de la desinformación de género para un abordaje desde las instituciones educativas”, coordinada por la Profesora Noelia Morales, y disponible aquí.