Una vez comenzado en nuevo curso académico, retomo la idea de hacer que el personal se intese por la ciencia, y no sólo por el fútbol. Cuando uno piensa cómo era la primera clase de una asignatura antes de Bolonia y lo compara con lo que sucede ahora, es difícil no añorar los buenos y viejos tiempos. Anteriormente, en el Pleistoceno Medio (como dirían algunos), en la primera clase nos explicaban cómo iba a transcurrir la asignatura, quienes formaban parte del profesorado, dónde encontrarles, cuál era la bibliografía más relevante y lo más importante para los alumnos, cómo se iba a evaluar. Aparte de ello, nos daban una pequeña introducción para poder enfocar la materia; muchas veces los profesores hacían una breve aproximación histórica y además repasaban los conceptos previos.
Ahora no hay tiempo para nada de ésto, ya que las horas de clase se han reducido muchísimo, y hay que “entrar a matar” en la primera hora. Como yo lo echo un poco de menos (la nostalgia de hacerse mayor, digo yo), en este enlace podéis ver la introducción a la Bioquímica que ya publiqué el año pasado. Por otra parte, para comprender la Bioquímica, es necesario conocer la materia viva. Se supone que (como a los soldados el valor), que los alumnos de primer curso de carreras biosanitarias han estudiado Biología en el instituto. Por ello, sólo necesitarían refrescar los conocimientos que quedaron enterrados en la arena de la playa veraniega. Así, en este post os dejo una introducción a la célula, tanto eucariótica como procariótica, para que se pueda entender el contexto de las reacciones químicas que tienen lugar en los organismos. Ahora bien, no pretendo hacer una disertación exhaustiva del tema, ya que existe la disciplina de Biología celular, com excelentes profesionales que dedican su tiempo a explicar estos conceptos en profundidad. Espero que os sea útil.
Servus!
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