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Formación a lo largo de la vida

 

Durante 2014, un equipo dirigido por mí e integrado por Begoña Cueto (Universidad de Oviedo), Ángel Luis Martín, Alfonso Moral y Almudena Moreno (Universidad de Valladolid) preparó un informe a iniciativa propia del Consejo Económico y Social (CES) de Castilla y León sobre los elementos de una estrategia de formación a lo largo de la vida, centrando la atención en las características propias de Castilla y León. Dicho informe acaba de publicarse en la página del CES regional y se puede descargar aquí.

Algunos medios ya se han hecho eco de dicho informe, como el suplemento regional de El Mundo, que se ha centrado sobre todo en las cifras de integración laboral de las universidades castellano-leonesas, cifras que proceden de un estudio nacional del Ministerio de Educación.

La tentación que uno tiene siempre a la hora de dar a conocer un trabajo de este estilo es contar un poquito de todo lo que se ha hecho. Eso da lugar, normalmente, a textos que son la suma de telegramas y que no son nada atractivos. Así que, para esta entrada, he preferido centrarme en lo que nosotros considerábamos, al finalizar el informe, que debían ser los elementos esenciales de una estrategia de formación a lo largo de la vida (con especial énfasis en algunas características distintivas de Castilla y León). Creo también que, de esta forma, puedo resaltar lo que es más novedoso del informe: su perspectiva de análisis a lo largo de la vida, que tiene consecuencias fundamentales para diseñar cualquier tipo de formación. Para no cansar al lector, en la entrada no se incluye información estadística, pero todo lo que se afirma está basado en la información estadística disponible.

El informe contiene muchísima información (llamaría la atención, por ejemplo, sobre las series largas de alumnos formados, que tienen detrás un gran esfuerzo recopilatorio en el que Alfonso y Ángel se quemaron las pestañas) e invito a todos los interesados en la formación a profundizar en nuestro trabajo.

 

Elementos para una estrategia de formación a lo largo de la vida

 

El nivel educativo que se alcanza al salir del sistema educativo reglado y las competencias que se consiguen determinan el “suelo” a partir del cual se construye la formación a lo largo de la vida.

Las personas con niveles educativos más bajos tienen tasas de empleo menores a lo largo de su vida y sufren una mayor rotación laboral y mucha más competencia en el mercado de trabajo. A esto se añade que un bajo nivel educativo está muchas veces unido a malas experiencias individuales en el sistema educativo y estas personas son menos proclives a involucrarse en aprendizajes formales. Conseguir una salida del sistema educativo con mejores niveles de estudio y mejores competencias, es lo que primero que se demandaría de una estrategia de formación a lo largo de la vida.

Ahora bien, una vez que se ha producido esa salida y los trabajadores con bajos niveles educativos están en el mercado de trabajo, hay que ser conscientes de que éstos son los que más problemas pueden experimentar no sólo en las crisis sino a lo largo de toda su vida laboral. Por eso, una estrategia de formación a lo largo de la vida debería ver sus problemas como eventos que suceden a lo largo del tiempo y atender a esos problemas mediante asesoría personalizada con vocación de largo plazo. La rotación es una característica distintiva de las vidas laborales de estos trabajadores; por tanto, superar la dicotomía entre formación para ocupados y formación para desempleados debe superarse para atender a la problemática carrera laboral de estos trabajadores, que alternarán en multitud de ocasiones a lo largo de su vida situaciones de empleo (más o menos precario, a veces como asalariados y a veces como autónomos) con situaciones de desempleo. Esto va más allá de lo que puede plantearse una comunidad autónoma por sí misma, pero conviene tenerlo en cuenta para el diseño de las políticas que pretendan atender de forma eficaz las carencias formativas de los trabajadores con menores niveles educativos.

En un mundo cada vez más internacionalizado, quienes tengan estudios superiores (universitarios o profesionales) deberían tener sobre todo en sus fases iniciales de la vida laboral mejores posibilidades de movilidad interregional e internacional. Una verdadera competencia en lenguas extranjeras es determinante de una trayectoria laboral más exitosa y con más capacidad para competir en caso de perder el empleo. Las encuestas muestran que los castellano-leoneses parecen ser muy conscientes a nivel individual de la importancia de cubrir esta carencia, pues en Castilla y León el seguimiento de formación de idiomas es incluso superior al de la formación profesional ocupacional. El sistema público educativo está respondiendo mediante estudios bilingües. Es importante, pues, determinar con claridad la calidad de estos sistemas bilingües para corregir los posibles errores de diseño ahora que estas experiencias están en las fases iniciales de desarrollo.

Por otro lado, el acercamiento del sistema universitario a los ámbitos profesionales prácticos debería hacerse a la vez que se potencian las cualificaciones de nivel 5. De hecho, esto no es más que parte de la necesidad de crear más y mejores puentes entre la educación académica y la profesional. Puentes que son muy importantes en la educación superior, pero que tendrían que facilitarse a todos los niveles del sistema educativo.

Sea cual sea el nivel educativo de la persona, las capacidades para el desempeño en los puestos de trabajo alterados por el progreso tecnológico son el pensamiento experto (resolver problemas sin rutina de solución) y la comunicación compleja (elaborar y transmitir una determinada interpretación de la información). Ambas requieren un nivel suficiente de competencia lectora y numérica, que para los adultos españoles es preocupantemente bajo en general. Esto no significa que haya que aumentar los niveles de conocimiento sobre lengua y matemáticas, sino saber usar activamente esos conocimientos y aplicarlos en diferentes contextos. El desajuste entre las cualificaciones y competencias que tienen los adultos y las que se requieren en el puesto de trabajo que ocupan también debería formar parte de los focos de atención de una estrategia de formación a lo largo de la vida. Este desajuste formativo tiene una dimensión específica en Castilla y León: a pesar de tener más población ocupada en el sector primario que el conjunto de España, hay una proporción bastante reducida de esos ocupados que tiene estudios relacionados con el sector primario. Se trata, pues, de un elemento distintivo de esta comunidad autónoma donde una estrategia autonómica de formación a lo largo de la vida debería estar presente.

Cabe resaltar de forma muy especial que un punto clave para desarrollar una estrategia de formación a lo largo de la vida es que las distintas medidas integren los diferentes subsistemas educativos y formativos (académicos y profesionales) y los servicios públicos de empleo. Así lo muestran algunas de las experiencias internacionales más interesantes revisadas en el informe. España (incluyendo Castilla y León) no es ajena a este tipo de experiencias, pero haría falta un especial cuidado para evitar el riesgo de que se queden como medidas que se aplican en paralelo unas con otras, sin conseguir sinergias entre ellas (su verdadero potencial para mejorar las carreras laborales de los beneficiarios a largo plazo).

Por último, la experiencia reciente en diferentes comunidades autónomas en cuanto a la formación dual y la colaboración del sistema de formación profesional con las empresas, muestra que es esencial que los centros integrados de formación profesional se conviertan en el eje central de la formación dual. En las comunidades autónomas donde se ha conseguido (por ejemplo, Cataluña y País Vasco), ha sido gracias a que la administración autonómica ha impulsado ese papel de los centros integrados no sólo dotándolos de recursos, sino también ejerciendo una clara voluntad de llevar ese objetivo a cabo. La articulación los subsistemas de formación profesional y la colaboración con las empresas a través de los centros integrados bien puede considerarse la piedra angular sobre la que levantar una estrategia de formación a lo largo de la vida desde la realidad autonómica.

 

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