Poco a poco se extiende el convencimiento de que la evaluación de programas debe aislar el efecto causal del programa. Dicho con otras palabras, comparar qué ha sucedido gracias al programa en relación con lo que habría sucedido sin la aplicación del programa. Así pues, evaluar un programa no es meramente recopilar tablas de beneficiarios y gastos del mismo. Tampoco es comparar qué ha sucedido tras la aplicación del programa con lo que sucedía antes de poner en marcha el programa.
Las evaluaciones de programas del Poverty Action Lab están basadas en el uso de grupos de control para estimar el impacto de los programas. Aparte de todo el excelente material incluye su página web (para audiencias con distintos niveles de conocimientos) colaboradores de este laboratorio han preparado y publicado un libro con una perspectiva eminentemete práctica, que viene acompañado de ejercicios prácticos con bases de datos también disponibles.
Un paso más en la difusión y aplicación de esta metodología especialmente útil cuando se trata de evaluar un solo programa y sus impactos. De la evaluación agregada de impactos (las “evaluaciones macro”) hablaremos otro día.
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