Bienvenído

Haciendo un breve resumen de mi discurso, y para introducir al lector sobre lo que se va a encontrar en esta página, me remito a las observaciones que hacia Aristóteles (La ciudad…: XI, 6) donde daba su explicación de lo que entendía él como movimiento: “Si es recta la distinción de la eternidad y del tiempo, ya que el tiempo no existe sin alguna mutabilidad sucesiva y en la eternidad no hay mutación alguna, ¿quién no ve que no habría existido el tiempo si no fuera formada la criatura que sufriera algún cambio, algún movimiento? Ese cambio y movimiento ceden su lugar y se suceden, no pudiendo existir a la vez, y en intervalos más breves o prolongados de espacio dan origen al tiempo”. De este texto, podemos extraer que si el tiempo no existiese nada ocurriría, ya que o habría cabida para el movimiento, y si por el contario fuese la materia lo que no existiese no habría nada que pudiese moverse ni mutar, de este modo tampoco existiría el tiempo. Esto es, que el tiempo y la materia son dos entes que se interrelacionan  y que no podrían existir el uno sin el otro.

La mezcla de estos dos factores da como resultado a un único organismo que se transforma y que se encuentra en un permanente estado de cambio. Dentro de este monumental ente, los humanos no somos más que diminutas y efímeras partículas de vida perdidas en la inmensidad. Es por ello que nuestro único consuelo es la consciencia de nuestra propia existencia. Por esto, por el hecho de ser conscientes de nuestra propia existencia y por consiguiente de nuestro trágico final, por lo que tratamos de conseguir la inmortalidad a través de la historia. Concepto que coincide con la idea de Roland Barthes, según la cual los humanos morimos dos veces, la primera cuando morimos físicamente, y la segunda cuando muere nuestra memoria, cuando nadie nos recuerda.

Dicho de una forma breve y concisa este es el planteamiento teórico que sustenta mi producción artística. En lo que respecta a la materialización de dicha producción, esta está compuesta e restos, o a lo que Rosalin Krauss llama los índices. Estos restos son la única realidad tangible de lo que en otro tiempo fue, y más importante aún, de lo que fue y ya no se sabe que fue. Es esta la vital importancia del resto y donde adquiere su calidez conceptual.

En lo que atañe a la propuesta para esta exposición, mi idea se basa en la interactuación con el espectador, haciendo a este partícipe de la obra plástica. En si mi idea es hacer una serie de retratos con barro a los espectadores insitu. El retrato consistirá en la silueta del modelo sobre la pared de la sala. Según valla pasando el tiempo estos retratos se desmenuzaran y se convertirán en un pequeño montón de escombros, y su hueco en la pared podrá ser ocupado por un nuevo retrato. De este modo se muestra de un modo gráfico y eficaz ese juego de las dos muertes descrito por Barthes.