Jetas, mantas y otras etiquetas.

Supongo que a todos nos ha pasado alguna vez. En todos los años que llevamos como estudiantes nos ha tocado trabajar codo con codo con toda clase de compañeros. Desde el empollón que acapara todas las tareas porque si lo hace él o ella va a estar bien hasta el jeta que pasa de todo y delega sus responsabilidades.

 

Esto es cierto, pero personalmente opino que habría que tener cuidado con las etiquetas. Las etiquetas son útiles, nos permiten identificar y clasificar diversos paradigmas, pero si se abusa de ellas corremos el riesgo de convertirnos en mentes perezosas que prejuzgan a los demás a poco que se tenga el mínimo indicio de que otra persona cumple con tal tópico.

 

Como estudiante del Máster de Formación al Profesorado he sido advertido del peligro de las etiquetas. Si a un alumno desde bien pequeño se le motiva y se le hace ver que es capaz de lograr sus metas académicas, su rendimiento como estudiante tenderá a maximizarse. Por contra, si como docentes se nos mete en la cabeza que tal alumno es un burro, un jeta, un manta o lo que sea, será casi imposible que no le tratemos como tal. A nivel inconsciente estaremos poniéndole en desventaja con respecto a sus compañeros, ya sea no dejándole participar en clase para que no nos ralentice el ritmo o riñéndole con más frecuencia a la mínima que percibamos en él un comportamiento disruptivo.

 

Es posible que en el futuro me encuentre con casos perdidos. Alumnos con los que no se puede hacer nada y con los que la mejor política sea la de reducción de daños. Pero me niego rotundamente a que mi filosofía de partida sea esa. Me gustaría pensar que no existe ni el jeta, ni el manta, ni el zoquete. Me gustaría pensar que todos somos personas con nuestras circunstancias, que como docentes podemos ayudar a todos los alumnos sin excepción y que también ellos pueden ayudarnos a nosotros, enseñarnos, abrirnos los ojos, aportarnos cosas importantes. En definitiva, me gustaría pensar que mi futuro laboral va a consistir en personas que tratan con personas. Por eso, entre otras cosas, quiero ser profesor.

 

Pero puede que esté equivocado, en ese caso ojalá la realidad no me abra los ojos.

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